martes, 3 de agosto de 2010

Para Horacio Verbitsky hoy no se justificaría el asesinato de dirigentes sindicales

El escritor, periodista y presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) brindó una charla en el décimo aniversario de la creación de la Casa de la Vida y la Memoria, ubicada en el mismo lugar donde funcionó el centro clandestino de detención Mansión Seré. El intendente Lucas Ghi y el ex intendente de Morón, fundador de la Casa y diputado nacional Martín Sabbatella charlaron con Verbitsky y le entregaron la distinción de visitante ilustre. Puedecolaborar rescata algunas de las palabras del periodista, a propósito de su historia personal y política que sirven para pensar momentos claves de nuestra historia. (Tiempo de lectura, 3´30)


“…iba al colegio cerca del diario donde trabajaba mi papá: el diario quedaba en Avenida de Mayo al 600, y yo iba al colegio en Bolívar al 200. Entonces, llegaba en el subte A, a la estación Perú, cruzaba el patio del Cabildo y tomaba Bolívar para ir al colegio, por la tarde. Un día, salgo del subterráneo tipo 12:30 y cuando subo la escalera, lo que veo son aviones bombardeando. Nunca había visto nada así, ni siquiera entendía lo que estaba viendo. En vez de retroceder, avancé, hasta la Plaza de Mayo, hasta que un adulto sensato, me agarró de la mano y me hizo salir por la Diagonal Norte para alejarme de ahí. Y me salvó la vida. El primer peronismo marca a todo el país y también mi infancia. Eran los años de los únicos privilegiados. Y el episodio del 16 de junio de 1955 marca a mi generación. Me marca a mí y a toda la política argentina de ahí en adelante. Nada se entiende sin ese episodio central de la vida política, cultural y moral de la Argentina. Ahí está prefigurado todo lo que va a venir después. A partir de ahí, la militancia en el peronismo es el camino más seguro para cualquier rebelión adolescente en la Argentina de esos años…”

“…Cuando en el 17 de noviembre de 1972 vuelve Perón, me pasé a Montoneros, que era la organización creciente que había participado en todas las movilizaciones a favor del regreso de Perón, y que había hecho una lectura política correcta de lo que estaba pasando en el país. Todas las discusiones de las FAP, las recupero a posteriori, porque me parece que poner en duda la simultánea adopción del militarismo y del peronismo vertical de Perón, era razonable. Si uno lo analiza, no desde la lógica de aquel día, sino con la lógica posterior, tenía sentido poner eso en duda. Por ejemplo, el día de la ejecución del general Aramburu, la FAP hizo una declaración en un reportaje y planteaba una crítica a esa operación, no porque Aramburu no se mereciera lo que le pasó, sino porque no era el mejor camino para empezar un camino revolucionario. Recuerdo que esa declaración decía que era una operación más propia como fin de un proceso político triunfante y no para un comienzo de dicho proceso. Sin embargo, la opción en aquel momento no podía ser quedarse en aquella organización que se marginaba voluntariamente de la práctica política, sino participar de la práctica política. Encontramos que el mejor lugar para hacerlo era Montoneros. Rodolfo, yo y varios compañeros pasamos. Y yo, simultáneamente, era redactor del diario Clarín…”


“…No usaría la palabra traidores (se refiere al día en que Perón echó a la organización de la Plaza de Mayo): era más complejo el tema. El más grave error de la militancia en ese momento era esa línea operativa de asesinar dirigentes sindicales, y visto desde la edad y experiencia que sí tengo hoy, no le encuentro la justificación que sí le vi entonces…”

“…Estuve un año. Volví en diciembre de 1975. Desde el Perú, la información de la Argentina me llegaba por vías de la organización, de los compañeros, y en 14 meses llegué a tener una visión absolutamente distorsionada de lo que pasaba en la Argentina. Cuando llegué fue un shock, un baño de realidad. Creía, desde Perú, que había un avance de la lucha de la organización que conducía la rebelión de la clase obrera contra la burocracia sindical y el lopezreguismo. Se usaba una definición en ese momento: “el brujovandorismo”, definición totalmente equivocada, porque entre el sindicalismo burocrático y el vandorismo había muchas contradicciones. De hecho, la gran movilización obrera de 1975, que pone en jaque a López Rega y al proyecto de Celestino Rodrigo, desde Perú, creía que la conducía la Organización, y cuando llegué al país entendí que no era así, era el sindicalismo. Llego y a los pocos días, se produce el ataque del ERP al regimiento de Monte Chingolo. Percibí que toda la información que recibí en Perú no era real. Un cambio muy grande. Me fui antes del pase de Montoneros a la clandestinidad, y recién llegado percibí una política de confrontación de las organizaciones armadas que no tenía el acompañamiento popular, que sí había tenido la movilización para el regreso de Perón, ni en el ’70, ’71, o antes, en el Cordobazo. Todo ese proceso que conduce al regreso de Perón en 1973. A principios de 1976, la situación era otra…”

“…Luego, en enero de 1976, Isabel anunció que las elecciones se adelantan para septiembre de ese año y que ella no iba a ser candidata, con lo que pensaba quitar argumentos al golpismo. Pero desde el golpismo había una decisión tomada: remodelación quirúrgica de la sociedad argentina, quebrar el espinazo de la clase trabajadora, pero también de las clases medias, de las universitarias, trabajadoras, del empresariado pequeño y mediano nacional, para aplicar un proyecto económico distinto que sólo se podía sustentar en la represión. No estaban muy interesados en evitar el golpe, y la condición que los militares ponían para evitarlo, era que Isabel fuera remplazada por Ítalo Luder, y Luder no lo aceptó porque evaluó que eso sería una traición y que tampoco era garantía de evitar el golpe. Se produjo en marzo del ’76, y nosotros lamentablemente fuimos muy funcionales a la creación del clima que se necesitaba para dar el golpe. Hicimos algún aporte en esa dirección con la violencia: esa sensación de muertes todos los días, la violencia, el descontrol y todo lo demás. A pesar de que a partir de la muerte de Perón , el peso fundamental de todo esto estuvo en la operatoria de la AAA, federación rápidamente captada por las fuerzas armadas, y que fue parte de la preparación del golpe. Se creó una sensación de desasosiego que originó la acción psicológica militar de que el golpe iba a ser un alivio, y que iba a traer el fin de la violencia, cuando en realidad la violencia previa es incomparable con la que vino después. Sólo que dejaron de tirar los cadáveres en las calles, y empezaron a tirarlos al río, a enterrarlos clandestinamente, quemarlos, con la técnica de la desaparición forzada...”

(Testimonio completo en http://tiempo.elargentino.com/notas/verbitsky-verbitsky)

1 comentario:

  1. Me gusta este blog y trato de seguirlo. Pero el título "Para Horacio Verbitsky hoy no se justificaría el asesinato de dirigentes sindicales " me parece que está muy mal.

    HV no se refiere en sus declaraciones a la actualidad, habla de la década del '70. En todo caso, lo que dice es que él hoy no encuentra justificación para hechos del pasado.

    Veamoslo así.Imaginense que HV dijese: "Hoy se justificaría el asesinato de dirigentes sindicales". No podría ser... ¿no? Lo contrario tampoco, porque es una obviedad. Bah, me parece...

    Un abrazo

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