DERRUMBES O LA INDIGESTIÓN DEL CAPITAL
Por Pablo Caruso
No hacen falta nombres propios, o pruebas indudables, o investigaciones concluyentes. No se necesita mucho más tiempo, ni requiere un gramo de prudencia encontrar a los responsables del derrumbe y los muertos de Villa Urquiza.
Boom inmobiliario, boom edificatorio; construcción indiscriminada de torres, construcción apresurada, construcción compulsiva. Así se mueve el capital, y así funciona el negoción. Estos son los daños colaterales de la guerra del sistema, y el que no lo vio, responsable.
Y más si en los últimos quince meses hubo cinco derrumbes de obras en esta misma ciudad.
El capitalismo no pregunta por límites, no repara en medianeras, no siente saciedad ante el primer desmoronamiento. La comida está servida y se babea, y come con las manos, y se ensucia. Y se atraganta.
“Es mi naturaleza”, dijo el escorpión.
“Seguridad jurídica” debe ser que la política, como los controles, siempre llegue tarde, que vaya varios metros por detrás, tapando cráteres, removiendo escombros, solidarizándose con las víctimas.
Buenos Aires frente al capital es un Cromañón latente. El juego de las lágrimas da ganas de vomitar.
Por Pablo Caruso
No hacen falta nombres propios, o pruebas indudables, o investigaciones concluyentes. No se necesita mucho más tiempo, ni requiere un gramo de prudencia encontrar a los responsables del derrumbe y los muertos de Villa Urquiza.
Boom inmobiliario, boom edificatorio; construcción indiscriminada de torres, construcción apresurada, construcción compulsiva. Así se mueve el capital, y así funciona el negoción. Estos son los daños colaterales de la guerra del sistema, y el que no lo vio, responsable.
Y más si en los últimos quince meses hubo cinco derrumbes de obras en esta misma ciudad.
El capitalismo no pregunta por límites, no repara en medianeras, no siente saciedad ante el primer desmoronamiento. La comida está servida y se babea, y come con las manos, y se ensucia. Y se atraganta.
“Es mi naturaleza”, dijo el escorpión.
“Seguridad jurídica” debe ser que la política, como los controles, siempre llegue tarde, que vaya varios metros por detrás, tapando cráteres, removiendo escombros, solidarizándose con las víctimas.
Buenos Aires frente al capital es un Cromañón latente. El juego de las lágrimas da ganas de vomitar.
Sí, Pablo, pero la realidad es que el control de las edificaciones comenzó a privatizarse en 1979, y todos los gobiernos que siguieron, incluso los denominados progresistas, perfeccionaron el sistema. Macri no cambió nada en ese sentido: quizás lo liberalizó un poco más.
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