miércoles, 25 de agosto de 2010

Todo lo que querías saber sobre el 82% móvil


Y no te animabas a preguntar


Por Rubén Levenberg

(Tiempo de lectura 3´)

La mitología urbana, alimentada con saña por los medios de comunicación y por algunos periodistas –afortunadamente no todos- dice que cuando la ANSES hace una inversión productiva o utiliza parte de sus fondos en fórmulas que hacen justicia con la niñez y con los sectores más postergados de la sociedad y estimulan la demanda y por lo tanto la producción, como la Asignación Universal por Hijo, en realidad se está “gastando la plata que los jubilados aportaron toda su vida”.

Falso, falso y por repetido muchos jubilados terminan creyendo que es cierto. En el sistema de reparto, que es el que se aplica en la gran mayoría de los países del mundo, la plata que aportaron ayer los jubilados de hoy ya se usó. Digámoslo en mayúsculas, que en Internet es considerado una forma de gritar y vale la pena para el caso: YA SE USÓ, porque con su plata se pagaron las jubilaciones y pensiones de los que tenían la edad que ellos tienen ahora cuando ellos eran más jóvenes.

Mientras el jubilado de hoy trabajaba y aportaba, su dinero era utilizado para pagar las jubilaciones y pensiones a quienes habían pasado la edad reglamentaria y hacían el trámite. Sus jubilaciones de hoy, son abonadas con el dinero que aportan los trabajadores de hoy. Cuando los trabajadores de hoy se jubilen, sus retribuciones serán abonadas con lo que aporten los trabajadores de entonces.

Así funciona el sistema de reparto, también llamado “solidario”, justamente porque los trabajadores en actividad pagan con sus aportes las jubilaciones de quienes ya no están en actividad. Este sistema tiene en todo el mundo una aceptación como el mejor método para garantizar un ingreso a quienes llegan a una edad en la que han trabajado lo suficiente como para dedicarse al descanso.

Como los trabajadores en actividad no aportan todo su sueldo sino un porcentaje, para pagar una jubilación se necesita una cantidad determinada de aportes. Varios trabajadores pagan una jubilación y como afortunadamente el promedio de vida viene aumentando históricamente, cada vez son necesarios más trabajadores que aporten para que se pague el ingreso de un jubilado. Por eso, inteligentemente, los estados tienen que invertir parte de los aportes en actividades para generar mayor ocupación. Si hay más ocupación, o sea si hay más trabajadores, hay mayor cantidad de aportantes para abonar el ingreso del jubilado.

La idea falsa de que el aporte que el trabajador en actividad hizo ayer es el dinero que paga su jubilación de hoy, como hemos dicho, no sólo es falsa sino que es matemáticamente absurda. Tan absurda es, que cuando el gobierno neoliberal de los 90 impuso el sistema de las AFJP, que efectivamente proponía que el trabajador en actividad pusiera su aporte en una cuenta bancaria para cobrarla luego como jubilación, el fracaso fue total.

Se ha dicho que el sistema de capitalización fracasó porque las AFJP cobraban comisiones muy altas. Es otra falsedad. Aunque las AFJP hubieran trabajado gratuitamente como si fueran ONG o si hubieran cobrado comisiones pequeñas y no sobre el capital sino sobre los intereses devengados por los aportes, de todos modos el dinero jamás hubiera alcanzado para pagar una jubilación. La razón: Se necesitan muchos aportes de trabajadores en actividad para pagar una jubilación, no sólo uno. Claro, las AFJP cobraban comisiones enormes, invertían el dinero de los aportantes en la especulación financiera y eso hizo que el aporte del trabajador, para colmo, cayera en lugar de subir merced a los intereses. Eso ayudó al fracaso, pero no fue la causa fundamental

Si el sistema no podía funcionar, ¿quién se haría cargo entonces de pagar las jubilaciones? Si, la ANSES, el Estado maldito y maldecido, porque la Ley así lo decía. En el sistema de capitalización se producía el efecto de que la ANSES pagaba las jubilaciones de hoy con los aportes de los trabajadores que habían optado por quedarse en el sistema de reparto. Y, de paso, las AFJP hacían su negocio. Cualquier operador financiero de Wall Street puede contar, whisky de por medio, cómo se jugaba a la ruleta rusa con los dineros que los trabajadores aportaban todos los meses creyendo, ingenuamente, que sus aportes les garantizarían una vida de jubilado maravillosa, en campos de un verde envidiable y rodeados de una familia feliz.

Por eso, cuando hoy los diputados y senadores de la mayoría opositora pretenden que la ANSES pase a pagar el 82 por ciento móvil, lo que hacen es obligar a la ANSES que deje de invertir dinero para que haya más trabajadores que puedan aportar para los futuros jubilados. Como saben que el Estado no dejará de pagar la Asignación Universal por Hijo, ni dejará de invertir para que haya más trabajadores, lo que esperan es que el Estado recorte por otro lado para pagar a los jubilados de hoy: Recortes en Educación, en Salud, en Seguridad Social, en Servicios Públicos.

Eso no es una pavada ni es algo que no les incumba a los jubilados de hoy, porque el recorte lo sufrirán ellos hoy mismo, tanto como sus hijos y sus nietos.

La otra posibilidad es que el dinero salga de otro lado, que no sea Educación, Salud, Seguridad Social y otras actividades de reparto de la sociedad a cargo del Estado. Hubo quienes reclamaron que el dinero saliera de los aportes que las empresas hacían hasta 1993, llamado “aporte patronal”, que un señor llamado Domingo Cavallo achicó drásticamente cuando era ministro de Economía. La mayoría opositora –incluidos los llamados “socialistas”- se opuso. Pino Solanas fue más pícaro y presentó su proyecto para que se dijera de dónde se sacará la plata, porque sabía que la mayoría no le daría un voto y así él lavaría su culpa. Dio quórum y ayudó a completar la ecuación.

Señores jubilados: La plata que ustedes aportaron cuando eran trabajadores activos fue consumida por los jubilados de aquella época. La plata que hoy aportan los trabajadores no alcanzará ni por casualidad para pagar sus merecidos ingresos. La consecuencia será seguramente que haya menos trabajadores para aportar, retrasos en los pagos de las jubilaciones de hoy, ajustes en Salud, Educación y Seguridad Social, en suma, un clima que vivimos en los 90 y que los hoy opositores, con la complicidad de una supuesta izquierda.

El segundo capítulo de esta historia será el recorte de otro ingreso del Estado: Las retenciones. Pero mejor lo dejamos para otra columna.

2 comentarios:

  1. Ruben:

    Absolutamente pedagógico. Lástima que parece que el arco opositor no lo entiende de este modo ¿ o será consecuencia del Teorema de Baglini ?

    Un Abrazo

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