martes, 13 de abril de 2010

Dormir durante la dictadura


Dictadura militar: ¿te acordás si podías dormir bien?


Por Liliana Mizrahi


Insomne voluntaria

Dormir durante la dictadura no fue una tarea sencilla para mí.

A sólo tres semanas que asumiera la Junta militar, una noche fuimos sacudidos por la noticia del secuestro y desaparición de una persona de nuestra extensa familia ensamblada. Fue una noche de terror. No sabíamos que hacer. También había desaparecido el hijo de 8 años de mi marido. Yo pensé que se lo habría llevado la empleada y así fue. Esperábamos algún llamado, un timbre, alguien que nos dijera algo. No sabíamos que hacer.

Decidimos esperar y sacar de nuestra biblioteca los libros que nos pudieran complicar políticamente.

Llenamos la bañadera de libros y abrimos la canilla. Libros de los que decidimos, con debate y con dolor, deshacernos, mientras esperábamos con ansiedad alguna noticia. Llenamos la bañadera de agua y los libros comenzaron a largar una tinta negra cada vez más espesa. Teníamos las manos negras y pegajosas de meterlas en el agua. Mis chicos dormían ajenos a todo. Hicimos pelotas con el papel mojado y la tinta escurriendo, las pusimos en una bolsa de consorcio y después las tiramos en diferentes baldíos. Pelotas de papel y tinta. Teníamos miedo.

Una noche inolvidable, una noche en vela, y con terror. Vimos amanecer. A la mañana siguiente apareció el hijo de mi marido, sano y salvo.

El secuestrado en cuestión, no apareció nunca más.

Entonces…, (no me acuerdo como,) comencé un insomnio voluntario. Esto significa que no dormía de noche, no me podía permitir descansar, perder el control. ¡Qué omnipotencia!, me convertí en una sereno vigilante. Mientras mi marido y los tres chicos dormían, yo paseaba entre ellos, los tapaba, los miraba y…. además tenía la maquina de coser de mi mamá, la famosa Singer, más todos los retazos de tela que mi padre me traía de su negocio textil.

De noche velaba el sueño de ellos, y cosía almohadones para todos. Los almohadones de mi vigilia.

Grandes cantidades de almohadones de todos los colores y telas.

Durante la noche, elegía estar despierta, atenta, no me podía entregar al sueño.

Cuando amanecía, los chicos se preparaban para la escuela, me acostaba y dormía parte de la mañana.

Cuando los secuestros y desapariciones se fueron sucediendo y multiplicando, los colegas se iban, se exiliaban y los amigos también.

Yo vigilaba y cosía, con la ilusión de estar cuidando a mi familia. También hacia agarraderas, manteles, servilletas o individuales.

No soportaba dormir, la noche tenia algo amenazante, y no podía dejar de estar atenta.

En los insomnios, siempre hay alguna una historia atrás.

Algo de la realidad está ahí, sin resolverse y seguimos atentos. Algo, alguien, nos saca el sueño. Nos condena a la vigilia.

Algo en la realidad, afuera, no me permitía relajarme y entregarme confiada al sueño.

El gran tema del insomnio es la confianza básica en el entorno, queremos que nos cuide mientras dormimos. Y en ese caso, no era así.

Además yo no quería dormir, me sentía más segura despierta.

lmizrahi@pachami.com

2 comentarios:

  1. El 23 de marzo del 76 decidí quedarme despierta para escuchar por la radio el momento exacto en que terminaba la programación habitual y empezaban con la marcha. Quería ser consciente de la transición porque temía no soportar el hecho consumado. Pensaba que si estaba presente en la producción iba a ser más leve. Pero me dormí y me desperté, con terror, con la marcha. Desde entonces sigo durmiendo con la radio encendida.

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  2. un 27 de junio del 78...yo tan solo tenia 12 años y mi hermano 7....mi madre nos contó como se llevaron a papá de su casa y no lo íbamos a ver más...29 años después sus restos fueron allados en el cementerio municipal de Gesell (NN) y hoy descansan en Chacarita con su nombre y apellido.

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