La "burguesía nacional", ¡que lujo mamita...!
(…) En mayo de 1978, poco antes del Campeonato Mundial de Fútbol, Grosso fue secuestrado por un comando militar. Su nombre aparecía mencionado en la agenda de otros miembros de su agrupación política que fueron secuestrados en los mismos días. Haieck llamó a Macri en medio de la noche, le dio la novedad y le pidió que apelara a sus relaciones con el gobierno militar.
Haieck (gerente de SOCMA) sabía bien que era cuestión de horas, y que sólo podían salvarlo si las influencias eran en la primera línea del gobierno. Militante peronista, el gerente general de SOCMA estaba al tanto de los secuestros diarios, las desapariciones y el funcionamiento del aparato represivo desde el inicio mismo del golpe militar.
Antes de que amaneciera, Franco Macri había hablado con monseñor Pío Laghi y con el ministro del Interior, general Albano Harguindeguy. Carlos Grosso fue liberado al mediodía. Estaba golpeado y con signos de haber sido torturado, pero sin salir de su incredulidad por verse de nuevo vivo y libre.
De acuerdo con el momento político argentino en que lo relate, Macri varía en matices la versión, pero nunca deja de admitir que Grosso fue liberado por su presión. En plena época menemista, cuando el gobierno flirteaba con militares y acababa de indultarlos, Macri aclaraba que sus gestiones habían sido hechas “luego de haber investigado que él no tenía ninguna participación activa como extremista”, y no precisaba cuál hubiera sido su accionar de haber sabido que el secuestrado y torturado pertenecía a una organización revolucionaria. Pero en su autobiografía va más allá y sostiene que “afortunadamente logré convencer al entonces ministro del interior, general Harguindeguy, quien bajo mi responsabilidad lo hizo liberar. Grosso ya había sido torturado y condenado a muerte”.
La intervención de Macri prueba no sólo su vinculación con los militares sino también el conocimiento que tenían las autoridades del gobierno sobre el plan sistemático de desaparición que se estaba llevando adelante. Y cómo con la sola intervención de alguien influyente se salvaban vidas.
“Macri me salvó la vida dos veces: cuando me hizo liberar, y cuando me dio trabajo”, recuerda Carlos Grosso. Víctima del desequilibrio psicológico que le produjo su secuestro, Grosso le pidió a Franco Macri un empleo estable para reorganizar su vida y su rutina. Fue su ingreso como asesor de SOCMA: viajaba por los distintos países latinoamericanos evaluando las posibilidades de inversión. Un año después, en el comedor de la mansión de Eduardo Costa, Franco Macri le ofreció ser gerente general del holding. Una oferta imposible de rechazar.
*Fuente: “El pibe. Negocios, intrigas y secretos de Mauricio Macri, el hombre que quiere ser Presidente”, de Gabriela Cerruti.
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