¿Listos para la guerra?: No aprendimos nada
Estados Unidos y Corea del Sur iniciaron el 25 de julio, en el mar Amarillo, un ejercicio militar conjunto llamado “Invincible Spirit”. Es uno de los más grandes que se llevará a cabo entre las dos naciones aliadas, y durará cuatro días. En dichas operaciones participan, por primera vez, cuatro oficiales japoneses de las fuerzas armadas niponas como observadores.
Corea del Norte, aseveró un día antes que está lista “tanto para el diálogo como para la guerra” e insistió en que usará una “potente disuasión nuclear” en caso de percibir como amenaza las maniobras militares conjuntas que iniciarán Washington y Seúl.
Todo esto surgido del hundimiento de un buque naval surcoreano con más de 100 tripulantes a bordo cerca de Corea del Norte, en un incidente ocurrido en mayo que, según las primeras sospechas nunca comprobadas, se debió a un ataque de torpedo por parte del país vecino. Horas antes, el régimen norcoreano había advertido que llevaría a cabo un “ataque nuclear sin precedentes” contra cualquiera que intente derrocar el régimen comunista de Kim Jong-il.
Se acerca el 28 de julio de 2010, el mismo día en el que 96 años atrás se daba inicio a la Primera Guerra Mundial con la declaración de guerra que el imperio Austrohúngaro hizo contra Serbia y derivó en una secuencia de enfrentamientos bélicos que tuvo como saldo 18 millones de muertes. Parece increíble que después de diez años de haber terminado el “siglo de la violencia” estemos presenciando hechos de esta naturaleza.
El presidente de Estados Unidos, mantiene sus fuerzas militares en territorios Afganos, y cinco soldados murieron ayer en dos atentados con explosivos, mientras que dos efectivos fueron secuestrados a manos de insurgentes talibanes en el sur del país. También persiste la enemistad del país americano contra Irán, el denominado “nuevo eje del mal”, que desafía a su rival probando misiles.
Simultáneamente, el conflicto medio-oriental entre Israel, la Franja de Gaza y la nación Palestina conserva sus roces desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y allí también las fuerzas estadounidenses están siempre pendientes, sin olvidar que Colombia permitió, hace tiempo atrás, el ingreso de bases militares norteamericanas para la supuesta lucha contra el narcotráfico, deteriorando las relaciones del país latinoamericano con sus semejantes.
Barack Obama, quien tuvo extrañamente el honor de recibir en su momento el premio Nobel de la Paz, está metido en cuanto conflicto entre países haya, y no duda en aportar sus fuerzas militares, tejiendo alianzas y tachando de enemigos a quienes les convenga. Pero no hay tanta sorpresa allí, porque bien seguro estuvo cuando afirmó que “los instrumentos de la guerra tienen un papel que desempeñar para mantener la paz. En muchos países se ve mal las intervenciones militares, pero alguien tiene que conseguir la paz.”
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