viernes, 30 de julio de 2010

Walsh: “La policía de Perón utiliza libremente las torturas y los encarcelamientos arbitrarios”

Eduardo Jozami, en su libro Rodolfo Walsh, La Palabra y la Acción, para caracterizar las ideas del autor de Operación Masacre durante el primer gobierno de Perón, afirma que “Walsh se acerca al antiperonismo de Sábato…” Yendo más adelante en la historia, en la década del 70, tampoco se termina de definir favorablemente sobre el fundador del movimiento peronista. En un excelente trabajo que acaba de ser publicado con el título Rodolfo Walsh, Los años Montoneros, Ignacio Portela y Hugo Montero bucean en la cabeza y en la ideología del periodista y guerrillero consultando entre otras fuentes a su mujer, Lilia Ferreira, Miguel Bonasso y Horacio Verbitzky. Puedecolaborar presenta un fragmento en donde se muestra qué pensaba Walsh del primer Perón.

“Perón de militar sólo tiene el uniforme; no le gusta jugarse el pellejo”

 (...) ¿Qué hace Walsh en el refugio del exiliado más famoso de la historia
argentina? ¿Qué avatares de la vida llevan al periodista a buscar, de paso
por Madrid en febrero de 1968, a Jorge Antonio para sondear la chance
de reportear al Viejo? ¿Por qué la cita se fija con tanta rapidez, casi sin
tramiterío burocrático de por medio? De todas las preguntas que rodean
el encuentro en Puerta de Hierro, hay una que se impone,
necesariamente, como primer enigma por resolver: ¿Quién era Perón y
qué era el peronismo para Rodolfo Walsh en esa encrucijada histórica?
Intentemos avanzar, en busca de una respuesta compleja, con un punto
de partida arbitrario.
   “Suspicacias que preveo me obligan a declarar que no soy peronista,
no lo he sido ni tengo la intención de serlo. Si lo fuese, lo diría”, aclara el
autor de Operación Masacre en la introducción de la primera edición,
publicada en 1957. “Tampoco soy ya un partidario de la revolución que
–como tantos– creí libertadora”, asegura después, mencionando de paso
un cambio de actitud notorio frente a la dictadura de Pedro Eugenio
Aramburu, que alguna vez entusiasmó y llenó de optimismo al autor de
esas líneas. En el epílogo de la misma edición, Walsh insiste en develar
sus simpatías políticas en esa etapa clave; lo hace para evitar malos
entendidos, para otorgarle a la investigación que realiza una seriedad a
salvo de cualquier acusación de parcialidad ideológica previa por las
víctimas de los fusilamientos en José León Suárez: “Puedo, sin
remordimiento, repetir que he sido partidario del estallido de septiembre
de 1955. No sólo por apremiantes motivos de afecto familiar –que los
había–, sino porque abrigué la certeza de que acababa de derrocarse
un sistema que burlaba las libertades civiles, que negaba el derecho a
la expresión, que fomentaba la obsecuencia por un lado y el desborde
por el otro. Y no tengo corta memoria: lo que entonces pensé, equivocado
o no, sigo pensándolo”
19. Walsh aniquila las dudas, no abre el paraguas
previendo alguna crítica desde el costado oficial o temiendo ser
descalificado como militante del régimen derrocado en 1955; confiesa
su admiración por los pilotos caídos de la Marina, comenta con
sinceridad que, bajo el peronismo, “no habría podido publicar un libro
como éste, ni los artículos periodísticos que lo precedieron, ni siquiera
intentar la investigación de crímenes policiales que también existieron
entonces. Eso hemos salido ganando”.
   Como para confirmar las opiniones del autor en ese momento, en
junio de 1957 le envía una carta a su amigo Donald Yates donde se
explaya con mayor profundidad en una mirada crítica sobre los años
del peronismo en Argentina, aunque en un principio el motivo del
intercambio epistolar era explicar la relación entre la literatura policial y
los sucesos políticos desarrollados en el último decenio. Esta carta
representa, en realidad, el primer testimonio de Walsh –y el único, habría
que agregar– donde se ocupa de analizar directamente la personalidad
de Perón. Allí asegura: “En un sentido general, periodístico, los diez años
de peronismo pueden calificarse de dictadura. Pero en el fondo no fue
estrictamente una dictadura, es decir un gobierno apoyado en el ejército
y la policía, como los de Hitler, Stalin y el mismo Mussolini. Fue, sí, una
demagogia, probablemente el ejemplo moderno más perfecto de
demagogia”
20. Sobre el líder del movimiento, afirma: “[Perón] de militar
sólo tiene el uniforme y cierta fanfarronería. La única oportunidad de
combatir militarmente que se le presenta, en septiembre de 1955, no la
acepta. Escapa. Y a los sublevados en junio de 1955, no los fusila, como
pudo hacerlo. Perón tiene –o tenía, ahora puede haber cambiado–
positivo miedo a la sangre”. En la carta, insiste en caracterizar a Perón
como un gigantesco bluff (“Fanfarronea, grita, amenaza, da a veces la
impresión de un feroz dictador, pero no le gusta la sangre. No le gusta
derramar la ajena, porque teme por la propia. No le gusta jugarse el
pellejo”, anota), pero también advierte ciertas cualidades positivas en
la personalidad del analizado, aunque no lo hace para destacar su figura
sino más bien de un modo peyorativo, enterrando aún más la daga de
sus palabras en la carne del General: “Perón es un político. Mejor; un
demagogo. Habilísimo. No ha habido en toda la historia sudamericana,
que tiene grandes caudillos, quien como él supiera hipnotizar a las
multitudes”. En este mismo sentido, afirma: “¿Cómo gobierna Perón?
En algunos aspectos, admirablemente. En otros, como un increíble
idiota”.
   La carta parece escrita en el tono beligerante habitual de la militancia
antiperonista (“En el aspecto político, Perón oprime a los partidos
opositores, los molesta, los persigue sin necesidad, ahoga
progresivamente la libertad de prensa. Su policía no llega en general al
asesinato, pero utiliza libremente las torturas y los encarcelamientos
arbitrarios”) y no ahorra comentarios destructivos sobre su gestión (“En
el aspecto cultural, Perón revela una inagotable torpeza. Se gana la abierta
hostilidad de los intelectuales… A partir de 1950, sobre todo, cierra y
confisca diarios a voluntad, censura, molesta, prohíbe, persigue”). En
definitiva, dibuja un perfil de Perón limitado a su capacidad como
encantador de serpientes y lo define como un militar que utiliza el
uniforme apenas porque representa un símbolo de poder: “Y él ama el
poder por sobre todas las cosas”, añade.
   Pues bien, casi once años después de estas líneas incendiarias, Walsh
está sentado frente al mismo personaje. ¿Cuánto ha variado la opinión
del periodista sobre el hombre que entrevista en Madrid? O mejor
planteada la pregunta, ¿cuánto ha cambiado Rodolfo Walsh, desde
aquella carta furibunda al silencio que matiza los minutos de un reportaje
que Perón frustra con su habilidad natural para manejar los tiempos?...


19 WALSH, Rodolfo; Operación Masacre, De la Flor, 2008.
20 Todas las citas de la carta enviada a Donald Yates pertenecen al libro WALSH, Rodolfo; Ese hombre y otros papeles personales; De la Flor, 2007.

4 comentarios:

  1. acabo de comprar los años montoneros, y despues de tu blog no veo la hora de comenzar a leerlo.

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  2. La mera lectura de las obras de Walsh nos dicen que comenzo como antiperonista y termino como NO PERONISTA ,vinculado a lo mas profundo de lo popular,de lo nacional,pero bajo ningun punto de vista creyendo en Peron como lider infalible ni mucho menos
    Cosa curiosa
    los nombres mas reverenciados del peronismo
    Walsh,Jauretche,Scalabrini Ortiz y Hernandez Arregui no se caracterizaban por ser peronistas justamente
    Jauretche tambien disentia y fuerte
    Es hora de desmitificar

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  3. PC: estoy terminando el libro y vale la pena porque además de la historia de Walsh, está todo el contexto de la época. Por ejemplo, hay testimonios que creo que dejan claro la responsabilidad política de Perón en relación a las triple A.
    Seguramente se podrán agregar otras cosas pero las declaraciones aparecidas en el libro son bastante contundentes. abrazo.

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  4. Ahora bien, hay que expresar bien.
    Cuando se dice lo que pensaba Walsh del primer Peron se cae en un error.
    Se tendria que decir lo que pensaba el PRIMER WALSH de Peron.
    Walsh cambia radicalmente a partir de Operacion Masacre y deja ,en un camino seguido por bastantes por cierto,deja digo el antiperonismo que lo llevo a escribir laudatoriamente de los aviadores navales del 55
    y ni soñar en condenar los bombardeos a posiciones muy distintas

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