Por Gerardo Yomal
Voy a poner un nombre y apellido para que esta placa no sea tan fría.
Les cuento algo de uno de nuestros compañeros del Pellegrini que seguramente representaba a muchos más.
Me refiero a Diego Toffe, vivía en el barrio de Belgrano, en la calle Soldado de la Independencia, si no me falla la memoria, pertenecía a una familia de clase media que no tenía ningún interés por la política. Y creo que miraba a su propio hijo como sapo de otro pozo.
Diego fue desaparecido y asesinado por la dictadura militar del 76.
Militaba en el PRT.
De vez en cuando me detengo en el living de mi casa para mirarlo en una muy linda foto que sacó José Broide. Estamos los dos, me imagino que en un contexto de alguna reunión política, muy atentos, muy concentrados. Estábamos en divisiones distintas pero compartíamos amistades y discusiones políticas, como una parte importante de los estudiantes del colegio.
¿Cómo era Diego?
Era un militante de fierro, lo primero era la actividad política y el partido.
No había muchas dudas. Se estaba por construir una nueva sociedad.
Había que derrotar al enemigo para acceder y generar el hombre nuevo.
En esa lucha no importaba la vida privada, la familia, la novia, el dinero, el trabajo.
Se ponía todo.
Diego particularmente ponía todo. Tengo un recuerdo de un pibe puro, ético al mango.
Que podía brindarse al ciento por ciento por la causa del momento.
La lucha por la revolución era la vida cotidiana, un mundo más justo que aparecía muy cercano.
El imaginario colectivo imaginaba que en poco tiempo más nos acercábamos a la utopía soñada.
Y ¿saben una cosa? No me lo imagino a Diego comportándose mal frente a un compañero o teniendo una actitud egoísta o canchera.
No creo que por el final trágico de esta historia y por el paso del tiempo lo esté idealizando.
Diego era de una madera muy noble.
Pensar que hoy algunos participan de la actividad política para figurar o escalar económicamente.
Diego y lo que él representa es la contracara de usar la política para una ganancia personal.
Finalmente entregó todo de sí mismo, incluso hasta su propia vida.
Claro que esta aventura de cambiar el mundo no quedó en aguas de borraja.
Creo que algunas semillas de Diego siguen presentes en muchos de nosotros, no al nivel de grandes gestas revolucionarias pero sí en pequeños gestos, actitudes cotidianas, posturas ante la vida, palabras para nuestros hijos donde lo que vale es ser una buena persona, tener actitudes solidarias, ser buena gente, estar hechos de buena madera.
En algún sentido, salvando las distancias, con un pequeño granito de arena, de distintas maneras, hoy lo estamos continuando a Diego.
Si nos pudiera ver desde algún lado, seguramente nos haría una sonrisa cómplice.
*Palabras pronunciadas al ponerse una placa en recuerdo de los estudiantes desaparecidos del Carlos Pellegrini en el paseo de los Derechos Humanos, Villa Lugano.
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Hace 2 horas
qué lindo pibe. como diría una profesora del nacional en esa época que entrevisté una vez, se llevaron a los más inteligentes, a los más buenos, a los más lindos, a los más generosos.
ResponderEliminarmuy emocionante. Esto no terminó, continúa y continuará.
ResponderEliminarEste sábado se homenajeará en almagro de Diego con las baldosas.
ResponderEliminarAún no tengo el lugar, pero sí la hora: 13:00
Diego es el hermano de mi compañero, Adrian, comprometido con sus mismos ideales,compinche en sus esperanza y conspiraciones. No lo conocí en aquellos años de esperanza y lucha, me toca conocerlo ahora, a través de su familia que lo sigue buscando y encontrando en cada acto de justicia y en la memoria popular que a él como a todos los compañeros los trae a este presente con pequeñas victorias. En cada baldosa, en cada muro vuelve Diego con su sonrisa simple, con sus certezas, con sus sueños, con nuestros sueños...Elisa Semino
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