A UN AÑO DE LA MUERTE DE WANDA TADDEI
Por Liliana Mizrahi
SIETE MUJERES QUEMADAS EN 14 DÍAS / HOMBRES Y MUJERES ATRAPADOS EN UNA TRAMPA DE AMOR Y ODIO / CABEZAS QUEMADAS / ¿QUÉ HACER? LLAMÁ AL 137 / INQUISICIÓN/AMPUTAR EL CLITORIS
Como diría Sartre: “…las mujeres… semi-víctimas y semi-cómplices, como todo el mundo”.
No es el título de una nota erótica, sí la descripción de una forma repetida de asesinatos contra mujeres. No son crímenes pasionales, son asesinatos que se llaman femicidios
La violencia contra las mujeres toma la forma de estrecha rigidez de un sistema de poder patriarcal y misógino, que se cree “dueño y señor ” de las mujeres, y en ese sentido, se cree con permiso para maltratar, herir y matar mujeres.
“…esa maña que se dan los varones de Dios para quemar mujeres / malolientes de origen / de sangre sucia y la garganta roja inflamada / con tanto grito apalabrado adentro”. (LM- “Hembras del Ave Paraíso”)
Mujeres que arden en llamas, consumidas, deformándose en el fuego retorcidas de dolor . Envueltas, encerradas y enloquecidas, queriendo escapar de esa hoguera y sin poder salir.
Se insiste en llamarlos “crímenes pasionales”.
Son verdaderos asesinatos: Femicidios.
No hay todavía, una conciencia del delito. No se lo trata como delito, si no como “una interna violenta de la pareja” en la que uno no puede meterse, cosas entre ellos, se pelean, siempre, son así.
¡No te metás!.
No hay conciencia social del delito que implica.
Se lo ubica en el ámbito de lo privado y nosotros/as sabemos que “lo personal es político”. La violencia doméstica, pasa de lo privado y se convierte en público.
No hay conciencia de enfermedad, en ninguno de los dos, de la pareja.
No ven la luz roja que significaría parar, detenerse y pedir ayuda enseguida. No la quieren ver. No escuchan las advertencias de los cercanos.
Entonces… se hace muy difícil el cambio.
El asesinato de mujeres, rociándolas de alcohol o kerosene y prendiéndoles fuego, es un asesinato, que tiene características ambiguas, en el sentido, que los varones violentos, pueden decir:
“Se roció ella, lo hizo ella, yo traté de apagar el fuego, por eso me quemé las manos, pero ella estaba muy loca, estaba sacada…”
Sé de las conductas autodestructivas que tenemos los humanos, varones y mujeres. Pero sospecho, que ninguna mujer se va a rociar con combustible y se va a prender fuego. Es una muerte espantosamente dolorosa y terrible. Me cuesta creerlo.
A partir de la muerte de Wanda Taddei, se fueron sumando casos de mujeres asesinadas con este sistema. 7 mujeres en 14 días. Este sistema es fácil. Barato. Doméstico. Es una idea que empezó a rondar. Un poco de alcohol, un fósforo, y el fuego destruye, deforma, avanza, es imparable, destruye la piel, y el dolor es indecible. Y además, es un atentado ambiguo si no hay testigos. ¿se habrá rociado ella? Él se quemó las manos. ¿?
Misteriosa muerte.
El gran tema es la violencia doméstica. ¿Se puede prevenir una muerte así?
La violencia doméstica, la violencia de pareja, la violencia hacia las mujeres, los varones violentos y las mujeres que se quedan con ellos. Gran tema.
Hombres y mujeres, enredados, anudados, incrustados, atrapados en una trampa de amor-odio, de terror y sexo, trampa de donde los dos quieren salir, escaparse, y vuelven a caer, recaer, infinitamente, eternamente… hasta la muerte.
Los dos, él y ella, hacen una coreografía del espanto de estar juntos y la impotencia de no poder salvarse.
Ya tienen los dos, la cabeza “quemada”, ya vienen quemados de antes, viejas quemaduras, heridas nunca cerradas. Marcas de violencia de siempre.
Aprendieron y entendieron la vida así. Creen que es “la pasión”, el amor.
No. Es la enfermedad de ambos, en realidad. Como en un encastre, una enfermedad encaja en la otra y entre los dos hacen una coreografía violenta que termina en la muerte de la mujer.
¿Qué hacer?
Prevención, terapias y rehabilitación.
Ampliar la conciencia social de estar ante una grave enfermedad que culmina en delito.
Crear planes de ayuda, autoayuda, grupal e individual.
Visitadoras sociales que concurran a entrevistar a las parejas de violentos.
Familiares que concurran en busca de ayuda.
Amigos que denuncien y se acerquen.
Comprometer a los vecinos, el portero, alguien que haya escuchado la violencia entre ellos, que dé la voz de alarma. Antes hubo avisos.
Levantar la voz, fuerte.
Saber que todo lo humano nos concierne. Todo dolor me concierne.
A veces, no se puede hacer nada, pero otras veces sí se puede llegar a tiempo, antes que las mujeres ardan en un fuego que no las purifica, ni las redime de nada. Las quema y las mata. Se puede llegar a tiempo a un grupo de mujeres maltratadas. Se puede llegar a tiempo a una consulta. Saber que es lo mejor, pedir ayuda.
Se puede llegar a tiempo a algún refugio. Hay salida.
Otras veces, no se llega a tiempo.
Históricamente, quemar mujeres no es nuevo. La Inquisición quemó miles de mujeres, por brujas, por hechiceras, por herejes. Juana de Arco murió en la hoguera. La última víctima de la Inquisición en América, quemada en una hoguera fue una mujer. En 1736, en un auto de fe del Tribunal de Lima, condenó a la hoguera a Ana de Castro.
Matan, arruinan vidas, hieren mujeres, desde hace mucho y en todo el mundo.
En Pakistán, son quemadas en el rostro con ácido por novios despechados.
Las mujeres pierden el rostro para siempre. Son mujeres muy jóvenes arruinadas para siempre, no tienen rostro, ni ganas de vivir. Vidas desperdiciadas.
En los países musulmanes, se le amputa el clítoris para asegurarse la fidelidad.
Se infibulan los labios de los genitales femeninos, para impedir la pérdida de la virginidad.
En Japón se les achica los pies hasta quebrárselos.
En India, se quemaban las viudas en la pira mortuoria de sus maridos.
“Todos los fuegos, el fuego”.
¿Qué hacer?
La solidaridad nos va a salvar como humanidad.
No creo que debamos tener un respeto hipócrita por lo privado. Aparece el “no te metás”, otra vez. Metete. Llamá al 137 y contá que al lado…
No podemos ser indiferentes, a la violencia que crece en la casa de al lado y creer que no nos concierne.
Hay teléfonos para llamar, hay comisarías de la mujer, hay instituciones que ayudan a las mujeres golpeadas, hay grupos de autoayuda también para varones, hay especialistas en violencia, hay refugios.
Si socializamos el tema, lo reflexionamos como ciudadanos, estamos atentos, algo podemos hacer. Algo se nos va a ocurrir. Podemos llegar a tiempo, o no.
Lo que hagamos, nunca va a excluir planes de información y formación en violencia doméstica, en hospitales, escuelas, clubes, etc…
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