Por Carlos Polimeni
…Sofía, Irene, Franco y Luca son mis hijos. Esta semana, alentado por los menores, compré por primera vez en la vida un billete de lotería, esperando ganar, como todos, aunque no creo, ni creeré, en los que se salvan solos. Si gano, los llevaré a los cuatro a Costa Rica, a conocer el país en que está sepultado su abuelo Dante, al que sólo la mayor conoció, y apenas.
Su abuelo, mi padre, se fue un poco apurado de la Argentina, en 1976, y murió allí con apenas 56 años en 1993, en la mitad de su librería, que se llamaba Macondo. En el exilio prolongado hasta la muerte que él mismo eligió como su casa –pese a que luego de 1983 hubiese podido volver–, la Argentina era muchas cosas, pero sobre todo la patria ausente, los sabores perdidos, los olores irrepetibles de la infancia, los amigos muertos, la música de la nostalgia y, una y otra vez, las broncas por la obediencia debida, el punto final, los indultos, la inflación exasperante, los malos gobiernos.
Si gano la lotería, si los llevo, me pararé frente a su tumba, con sus cuatro nietos argentinos y les diré en voz alta: "El soñó vivir en un país como aquel en que ustedes viven". Es que en los últimos meses me he ido convenciendo de que mi padre era kirchnerista antes que el kirchnerismo existiera…
Gracias por acercarnos una nota tan valiosa.
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