PARA MÍ, QUE NO VIVÍ LA DICTADURA, Y PARA MUCHOS OTROS QUE CRECIERON CON TINELLI, GRONDONA Y CRIS MORENA COPANDO LA TELEVISIÓN, HABLAR DE “MEMORIA” TENÍA, COMO SENTIDO MÁS CERCANO, EL PROGRAMA TELEVISIVO DE SAMUEL GELBLUNG
La “Memoria” entre las memorias
Gelblung y el sentido de la memoria para los más jovenes |
Opinión: Por Alejo Lemiña
Martín Caparrós escribió en el capítulo 5 de su libro “Argentinismos” que la palabra Memoria, en Argentina, “parece ser una obligación que todos deberían ejercer”. También afirmó que esa abstracción antecede al hombre que recuerda “y nos tiene de rehenes”. Creo que en este aspecto se comete un error al caer en el facilismo de definirla como “obligación”. La Memoria, con mayúscula, yo la entiendo más bien como un derecho; el de recordar y ser recordado, el de tener una identidad y una historia reconocida.
En ese capítulo, el autor también dice que “secuestraron” la palabra y que “se cerró en un único sentido”. Yo preguntaría quién la raptó y quizás alguien se inclinaría a suponer que fueron los Kirchner porque, poniéndose mal pensado, puede creer que lo hicieron por un plan maquiavélico en el que se apropiaron de la memoria para legitimar su poder y congraciarse con cierta izquierda como un gobierno “progre”.
Yo rechazo esa idea de decir que la “secuestraron”; me parece poco feliz. Sostengo que en realidad lo que “hicieron” fue enriquecer el concepto. ¿Quiénes lo hicieron? Yo diría que los Kirchner, las agrupaciones de derechos humanos que durante años la reclamaron y todos los que fueron responsables de permitir que ahora se estén llevando a cabo los juicios de crímenes de “lesa humanidad” - algo que no se secuestró sino que se construyó para que esa memoria se dotara de sentido –. También valoro que se homenajee una y otra vez el símbolo de la lucha y la perseverancia pacífica que bregaba por la justicia cuando no se la ejercía.
Por otra parte, creo que es una equivocación sostener que “la palabra Memoria, tan plural, se cerró en un único sentido”. Quizás coincidiría si se hablara de un sentido predominante en esta época. No tiene un sentido único y, muy por el contrario, no se “cerró” sino que le abrió las puertas a uno relativamente nuevo, teniendo en cuenta el juicio a las juntas como antecedente.
Como decía antes, se enriqueció y adjuntó otro rostro a los que ya tenía, justamente ese que el destacable periodista Caparrós categorizó como único: “sustantivo, femenino, argentinismo: el recuerdo de los crímenes de la dictadura establecida en 1976”. Esa definición había sido borrada del diccionario por la impunidad, el olvido y la espantosa idea de la “reconciliación” con los represores – que no creo que el autor reivindique en lo más mínimo -.
Admito y comparto que falta agregar otra parte de la historia, Caparrós se jactaba de ello en 1999 y argumentaba que estaba oculta “la identidad y la razón política de las víctimas”. Pero eso no implica que, como se lo suele callar, hay que “guardarlos en el lugar que se merecen” y “reclamar por los vivos” porque “ya pasó mucho tiempo, ya hay otra gente”. Me parece que vale la pena luchar, aún hoy, por las madres y abuelas de los desaparecidos, los bebés robados y los familiares de quienes ya no están, porque ellos sí siguen “vivos”. Y también creo que debemos abrirnos a esa otra parte de la Memoria, no callarla.
Al mismo tiempo, me resulta rebuscado, aunque interesante, asegurar que la tautología “Museo para la Memoria” es “la consagración de ese sentido único” porque “por definición, un museo es un lugar de la memoria”. Ante ello cabe destacar que en realidad es “Espacio para la Memoria y la Promoción y defensa de los Derechos Humanos”, y que, aún cuando se hable de “museo”, es justamente la admisión de esa tautología la que dota de un sentido nuevo a la palabra y no permite la simplificación matemática de borrarla para que no repita sentido.
Para mí, que no viví la dictadura, y para muchos otros que crecieron con Tinelli, Grondona y Cris Morena copando la televisión, hablar de “Memoria” tenía, como sentido más cercano, el programa televisivo de Samuel Gelblung que efectivamente nada tenía que ver con la dictadura y los, por entonces, ignorados desaparecidos. Admiro que esta nueva generación de chicos que está en la primaria tenga como principal sentido de la palabra “Memoria” al rostro de Estela, de Tati o de Hebe en vez de alguien que usó ese concepto sencillamente para titular un programa que hablaba de fenómenos extraños, misteriosos o paranormales (después no se acordaba qué se conmemoraba el 24 de marzo, pero son detalles).
No creo que la Memoria se haya “impuesto”. Me inclinaría más a pensar que se la ha ofrecido a aquellos que no la tenían, se las ha brindado, y se ha reivindicado el sentido que en los ‘90 se había, digamos, extraviado. Pasó a ser uno de los tantos sentidos plurales que tiene ese concepto.
Es sumamente interesante considerarlo un “argentinismo” y creo que es un orgullo que lo sea. Comparto totalmente cuando Caparrós admite que “el diccionario no lo dice todavía, pero ya va a llegar”. Ojalá escuchen su reclamo desde la Real Academia Española y lo agreguen entre todas las definiciones como algo bien argentino. Quizás sería la punta de lanza que necesita el mundo para seguir nuestro ejemplo en ese terreno.
Sinceramente no entiendo la logica de Caparros,no se puede criticar algo q debio ser hecho por cualq.politico q se precie, si lo q el quiere significar es q del lado de las victimas tambien hubo victimarios deberia solicitar a las "victimas" militares q promovieran los respectivos juicios, pero creo q si no lo han hecho, es porq tienen certeza de q fueron ajusticiados ad hoc. Hay cuestiones q no se pueden negar, en una guerra hay muertos y desaparecidos,pero no veo como se enlaza con eso el robo sistematico de bebes, quiza sea algo q no entienda esta ciudadana porq unicamente es patrimonio de un intelectual como Caparros...Abrir la mente para guardar en la memoria estas cuestiones no me parece q reste, al contrario! no es una especie de subestimacion lo q apunta este señor?
ResponderEliminar