miércoles, 3 de noviembre de 2010

Volvió la política y el ¿“que se vayan todos”?

El Legado de Kirchner

MICROS Y CHORIPANES / MÁXIMA LIBERTAD DE EXPRESIÓN / ¿CÓMO “COMPRAR” A 6 MILLONES

Por Alejo Lemiña

Quedó perdido entre halagos y admiración, entre desprecios y resentimientos, el actor histórico principal que formó y forma parte del contexto inédito en el que el “legado de Kirchner” se plasmó: las multitudes movilizadas expresándose. El sentido común lleva a considerar el fenómeno como un mérito del gobierno de Kirchner y el de Cristina Fernández. Pero, aunque siempre haya una conducción en las luchas, éstas no son producto de una voluntad individual.
Desde voces oficialistas se ha afirmado que la política de no represión iniciada por el gobierno Kirchnerista fue la que hizo posible esa sociedad movilizada y militante. Por el contrario, desde variados puntos de vista de políticos y personalidades mediáticas opositoras se argumentó y criticó que hubiesen colectivos, combis y hasta choripanes que servían para incentivar la concurrencia a las marchas deslegitimando así la participación espontánea.
Sin embargo, ambas perspectivas están erradas. No hay garantía alguna en que el resultado de una política de no represión lleve a que la sociedad se movilice de forma pacífica y se exprese sanamente por las calles sin disturbios ni hechos de violencia. Esa medida también podría haber conducido a una guerra campal en plena Avenida 9 de Julio. Pero eso no ocurrió y la pregunta debería ser por qué. Es entonces cuando descubrimos que Néstor Kirchner no era capaz de manipular una sociedad entera para que ocurriese el semejante fenómeno de participación colectiva vivido.
Tampoco existió un clientelismo, por más grande que pudiese haber sido, que alcanzara a “comprar” la presencia de algunos grupos de personas e incentive a 6 millones de individuos a movilizarse en el Bicentenario, ni mucho menos tener incontables cantidades de gente juntándose durante dos días y dos noches ante la muerte inesperada del último ex presidente.
“No se podría engañar a todo el mundo todo el tiempo” se dijo en uno de los tapes que pasaron en el programa 6-7-8, el lunes 1º de noviembre, y no queda duda alguna de ello. La sociedad, en sus variadas formas, ideologías y concepciones, no vive en un estado placebo que la vuelve manipulable como si la integraran simples marionetas.
De alguna manera, el contexto histórico que acontecemos en la actualidad permitió la unión de la necesidad social de un cambio en el escenario político con las medidas llevadas a cabo por el modelo oficialista. Esa variedad de sectores militantes que estuvo en Plaza de Mayo, física o espiritualmente, encontró en el Kirchnerismo un movimiento que puede ser pensado como la respuesta posible a esa necesidad nacida en el ’83 y renovada en el “que se vayan todos” del 2001.
Existen otros sectores que no encontraron reflejadas en ese modelo las soluciones esperadas. Algunos de ellos probablemente porque no coinciden en la ideología o dudan de la veracidad del proyecto, otros porque aún mantienen una actitud desinteresada de la política, y también están quienes no tenían siquiera la necesidad de un cambio porque eran los beneficiados de una etapa en la que la satisfacción de necesidades descansaba en sus manos y en la de otros pocos.
¿Cuál es el legado entonces? Lo que heredamos como sociedad de estos tiempos es un escenario político renovándose, con una creciente participación social en la política; con libertad de expresión, opinión y pensamiento en niveles impensados; con esperanza de que la política sea capaz de dar las soluciones a los problemas de un país; con actitud militante y de lucha para la conquista de logros para los sectores populares; con mirada reflexiva y crítica de los discursos mediáticos; con espacio para el debate social de ideas; y con la posibilidad de una integración regional sudamericana que nos independice del dominio que ejercieron durante años sobre nuestro país las potencias centrales.
Todos gozamos de ese legado y contribuimos a su existencia, estando o no a favor del proyecto kirchnerista. Porque Kirchner solo abrió posibilidades que consideró correctas pero fue la expresión popular la que se las apropió de diferentes formas. Ella es la que les dio sentido, llevando a cabo movilizaciones pacíficas y brindando su apoyo al modelo o criticando y fortaleciendo distintas expresiones de oposición a ella. Bueno o malo, eso dependerá de la lupa y los intereses desde donde se lo mire.

5 comentarios:

  1. La confrontación constante con sectores nefastos del país le dieron muchas ganas a millones de argentinos para interiorizarse de que se trataba todo. Antes no le dabamos bola a nada y así fué que nos pusieron dos bombas y mataron al hijo de un presidente corrupto y que nos hundió en la miseria.

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  2. Como bien se sabe y dice el dicho: lo mejor del kirchnerismo son sus enemigos.
    La gente en las calles mostró una cara de la argentina que nadie creía que existía, la de compañerismo y amistad. Eso que siempre dicen los extranjeros cuando vienen a nuestro país comentando que lo mas lindo de la Argentina es la calidad de la gente. Eso es lo que salió a la luz

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  3. Mi entorno cercano (no inmediato, no de sangre), más entra en esta descripción: "con esperanza de que la política sea capaz de dar las soluciones a los problemas de un país".
    Personas que estaban descreídas de la política, no son militantes, y hoy intentan entender algo, el cómo, el por qué, el de qué modo y consideran importante la participación, así, de repente.
    Lo comento por si de algo sirve.
    Saludos.

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  4. Muy buena nota. Me quedó con esta frase: "Todos gozamos de ese legado y contribuimos a su existencia, estando o no a favor del proyecto kirchnerista". Creo que aquí radica el mérito "K". Que hoy todos estemos inquietos, politizados y con ganas de cambiar el mundo, esto es el legado: el debate.

    Saludos,
    Lucho.-

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  5. Con aciertos y errores Kirchner ya es parte de nuestra historia. Habrá que esperar 50 años para saber si los historiadores de nuestro país se encargan de enunciar; los aciertos y los errores dentro del modelo Kirchnerista de conducción. Algo criticable - porque criticar y debatir es construir democracia - es la postura de confrontación constante y la falta de diálogo público con los grupos contrarios al gobierno. La mejor forma de reprimir la violencia es dando el ejemplo prestándose al diálogo, eso es uno de los tantos pendientes dentro del modelo Kirchnerista.

    Saludos Ale, muy buena la nota.

    Leo.

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