DE LA JUVENTUD MARAVILLOSA A IMBERBES Y ESTÚPIDOS: CRISTINA NO SE PARA EN ESE BALCÓN / A UN AÑO DE LA MUERTE DE KIRCHNER: LA CELEBRACIÓN DE LA POLÍTICA / ORGULLO DE VIVIR EN ESTE SUELO / NO HAY MUCHA DIFERENCIA ENTRE LOS ZOCALEROS Y LOS SOJALEROS / CRISTINA NO PERMITE QUE NINGÚN RUCCI LE SOSTENGA EL PARAGUAS DEL LUTO.
Palabras abiertas a los ciudadanos
Por Raúl Vidal* desde Córdoba,
Una cartografía de la distancia permitirá que las lágrimas se sequen y, como siempre, busquemos seguir. Ya vendrán otras lágrimas. El reposo del guerrero es una falacia, sus ideas no reposan (le pasó a Cervantes); y si no hay descanso… las lágrimas son, si infalibles, una posibilidad que persiste y la Historia nunca se queda quieta ni es unánime. La mediocridad, la crueldad, la traición, la injusticia, el desprecio, el horror, perennes estarán a la vuelta de la esquina. No siempre el sol nos da en la cara.
En estos días se ha erigido una certitud: las muertes fruto del desencuentro han fermentado en una sociedad. Sucede que, de la mano de una mayor justicia, estos siete años han hecho germinar en muchos de nosotros algo que, además de bello y sugestivo, es necesario: orgullo de vivir en este suelo, entre nos. Y es que cuando una muerte pasa… se trata de familia, de hermanos, de amigos.
Hace ya un mes atrás, la noche del miércoles 27 de octubre de 2010, alguien dijo en un programa de televisión que, antes que el dolor, el recuerdo. Sin duda es una idea que es puro acierto. Entonces, dejemos de lado el decoro y recato de aquellas flores azules de los pensamientos, e iluminemos nuestro futuro con el recuerdo; pero también, que el dolor no se apure en partir. Que duela. La pena, el desánimo, el desasosiego; en suma, la dificultad y el aprieto nos ha sido muy útil. Porque, a pesar del dolor, sobrevino LA CELEBRACIÓN DE LA POLÍTICA.
Nunca me asustó la crisis de la política, siempre me espantó la crisis de lo humano. Nadie, ninguno entre nosotros, en tanto ciudadanos, somos sinónimo de pureza; por ende, continuamente tenemos la oportunidad de llegar a trascender por lo que estaríamos dispuestos a hacer. Siempre se podrá imaginar en corregir cierto zigzagueo, pero jamás, en absoluto, nunca más, persiguiendo las coordenadas de esa “corrección”, la de aquellos que desde hace un mes brindan y amenazan. Nadie nada nunca ha dependido de una sola persona, de una única acción.
Lanata, ese Grondona de este tiempo, muy a su pesar, me ha animado a seguir creyendo en los cuerpos, las miradas, las voces, antes que en las imágenes manipuladas de los noticieros y en los editoriales cínicos. Hoy, testimoniar lo que uno siente se ha erigido en una sana costumbre. Ya se sabe, ya nos dimos cuenta: no hay mucha diferencia entre los zocaleros y los sojaleros. (La letra canta verdades.) ¡Que él, Mariano Lanata o cualquier comunicador contento con el último estilo de vida que pudo comprar gracias a su servilismo, cargue con esa culpa de haberme abierto los sentidos! A contracara, si algo se le puede agradecer a Néstor es y será una consumación: algunos argentinos ahora nos animamos a escuchar. Gracias, Néstor, porque si no se (la) escucha… la vida no cambia. Que quede claro, no me quejo de lo heterogéneo, nada de eso; rescato en cambio, aquel diverso y múltiple clamor de los que invadieron las plazas… plazas que ya no exigen sólo fuentes donde mojar las patas.
Como en algún momento se vuelve imprescindible detener la mirada, exhumo dos evidencias. Dos escenas de estos últimos meses enlazan nuestro presente con nuestro pasado reciente. (El presente en este país suele ser eterno, crecemos sintiéndonos quietos en movimiento, y damos, como es natural, pasión a quienes no la piden.)
La primera escena es la de los jóvenes en las escuelas. En Buenos Aires, en Córdoba, y desde los últimos días en todos los ágoras del país, la juventud mostró una cara, la de la vida despierta antes que adormilada por un supuesto Fin de la Historia, la de las ideas en desarrollo, creciendo, enrojeciendo ese rostro con el sordo clamor de no repetir “como loros” la experiencia intransferible e intransmisible de los padres. Esto es posible porque hoy no hay, y debemos cuidar que no vuelva a haber, ningún líder con posibilidades ciertas de hablar de “juventud maravillosa” y al otro día de “imberbes y estúpidos que gritan”. Cristina no se para en ese balcón.
La segunda escena es más sencilla, y aunque más fuerte, medular… tan sólo una ida y vuelta entre algunas coincidencias: una primavera, un noviembre, un aeropuerto y un avión, un líder, una lluvia sobre Buenos Aires, un paraguas negro. Cristina no permite que ningún Rucci le sostenga el paraguas del luto.
No tiene nada de malo la furia, si se bien acompaña de música y esperanza.
*psicoanalista, escritor
A Lanata lo veo, más que un Grondona de este tiempo, como a un Neustadt. La tristemente célebre pareja mediática se complementaba muy bien en los 80, antes de que el menemismo bifurcara sus caminos. Grondona con su estilo doctoral, sus análisis rebuscados, sus clases de etimología, apelando siempre al idioma griego. Neustadt, con su estilo más directo y populachero, con su aire de viejo canchero, sus frases cortas e ingeniosas tipo slogans (en esto fue un antecesor del rabino Bergman) y su invención más famosa: ese personaje descerebrado que representaba a la gente común y que bautizó Doña Rosa. Lanata hereda de Neustadt el mismo tono canchero, y le agrega un lenguaje pretendidamente juvenil que busca entrar en la nuevas generaciones con frases como "en el mundo se nos cagan de risa" "Aliverti se pajea escuchándose" y un "boludo" de acá, y otro "pelotudo" de allá, y un "vayanse a cagar", o "que manga de hijos de puta", etc. Si hasta cuando opina de Papel Prensa dice que solo se trata de una pelea entre viejos chotos, poniéndose él, ya cincuentón, en el papel de pendejo. Por algo Neustadt dijo alguna vez que Lanata era, de la nueva camada, el periodista que más le gustaba.
ResponderEliminarParafraseando a la revista/radio barcelona, decir "Lanata, ese Grondona de este tiempo" es de garca o de boludo?
ResponderEliminara Lanata lo veo también mas como Neustadt, igual es un detalle menor... el artículo es bueno.
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