Capitalismo, una historia de amor.
¿Te acordás? |
Una película propia del surrealismo mágico que contiene la denuncia más escalofriante del Siglo.
Por Silvia Valerga
Pandillas de negros y latinos armados que roban los cajeros y las cajas fuertes de los bancos con violencia y se llevan bolsas cargadas de dinero, son las imágenes que habitualmente se ven en los informativos y películas de acción. Con estas escenas el director de cine documental estadounidense, Michael Moore, en su última película, Capitalismo, una historia de amor, comienza el relato que muestra otra realidad, la contracara de lo que el espectador está acostumbrado a ver en cine y televisión.
¿Cómo hicieron los bancos para quitarles las viviendas a los estadounidenses, dejándolos en la calle y sin trabajo, estafando a los deudos con los seguros de vida y las empresas cobrando un seguro multimillonario por cada empleado muerto, al extremo de promover su muerte cuando están enfermos y ya no le sirven en el empleo?
Moore denuncia que en su país prosperaron los negocios sin escrúpulos a niveles increíbles, como el sistema carcelario privado que llevó tras las rejas, injustamente, a 6.500 jóvenes. La película demuestra que todo esto fue posible con el apoyo del Estado, que durante la última gestión republicana, con George Bush como presidente, formó un equipo para el ministerio de Economía que fue apodado como “la sucursal del Goldman Sachs”, el banco que desató la catástrofe financiera mundial, porque la mayoría de sus integrantes provenían de esta institución y que el poder está concentrado en la banca privada.
Y mientras en Estados Unidos se ejecuta una hipoteca cada 7 ½ minutos, según lo denuncia Michael Moore en su película, el Premio Nobel de Economía, Paul Krugman denunció, en estos días, las miles de ejecuciones hipotecarias fraudulentas que se realizan a diario en los Tribunales, aunque no cuentan con las pruebas suficientes y responsabilizó por “tibio” al Presidente Obama. A los republicanos y a los medios de prensa conservadores como el Wall Street Journal, los comparó con los señores feudales que se sentían libres por apropiarse de lo que quisieran, conscientes de que los campesinos no tenían voz ni voto ante los tribunales.
¿A caso, no se trata de la denuncia más escalofriante del Siglo?
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