Definiciones de María Elena Naddeo, Legisladora por Diálogo por Buenos Aires.
¿Dónde cree que reposa la “capacidad” que algunos observan del macrismo para construir una política que avanza casi sin mirar a los costados?
La gestión PRO, así como tiene una gran ineficiencia para todo lo que importa desde el punto de vista de los derechos humanos y sociales, sí tiene un gran aparato propagandístico y una impunidad que la oposición no ha podido frenar todavía. El hecho de que se identifique a la propaganda del gobierno de la ciudad con el color partidario del PRO es una vergüenza. No se pudo frenar en la Legislatura cuando se sancionó la Ley de comunicación social porque el macrismo la vetó y no están los 40 votos (los dos tercios) para poder insistir. Hay una impunidad en cuanto a la información y a la propaganda maliciosa. Fue flagrante como se hicieron propagandas de obras que no se hicieron, por ejemplo: subterráneos e infraestructura escolar. Hay una máquina propagandística montada de “Macri Presidente”, y en ella trabajan sus 24 legisladores que repiten permanentemente el mismo coro de alcahuetería política. Y lo hacen sin fisuras. La única ruptura fue el desprendimiento de dos legisladores que se fueron con De Narváez pero que desde el punto de vista político-ideológico coinciden. Llama la atención la capacidad que tiene la derecha, aun esta derecha ineficiente, poco formada y sin experiencia pública, para defender su poder político y económico.
Considero que hay dos características centrales del proyecto del macrismo. Por una parte, la capacidad de defender una gestión que no existe tiene que ver con cierta soberbia de los grupos de poder. Es quizás, el hábito de considerarse dueños de la Argentina y el ímpetu por defender al poder económico y los intereses que representan, en forma difusa a veces y más claramente en otras ocasiones. Cada mega proyecto se constituye como el impulso de intereses económicos, de grupos empresariales. Por otro lado hay un desprecio por lo público, por lo estatal, que es representativo de un segmento acomodado, muy grande en la ciudad de Buenos Aires, que no valora lo público. A ese sector le garantizan “seguridad jurídica”, mantener el status quo, no generar conflictos que puedan tocar los intereses del sector que representan. Creo que ese el piso de 30% que tienen de los votos porteños, que no es un piso bajo. Y ahí está la disputa.
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