ESTOY ORGULLOSO DE LA PRESIDENTA / ESTÁ ACREDITADA LA PARTICIPACIÓN DE TÉCNICOS DEL BANCO CENTRAL EN LAS SESIONES DE TORTURA / EN EL NORTE NO SE CONCIBE QUE EL PERIODISMO PREDIQUE CONTRA SU PAÍS Y AQUÍ SÍ / LA ASTUCIA DE KIRCHNER FUNCIONA EN FAVOR DEL BIEN / NO PODEMOS PELEAR CON TODOS AL MISMO TIEMPO / PARA ESO SE NECESITA UNA CONSTRUCCIÓN SÓLIDA QUE NO EXISTE / LAS CRÍTICAS A LA MINERÍA OBEDECEN A UN PENSAMIENTO LIGHT / ¿QUIÉN ES EL TAL LUCAS CARRASCO?
Puedecolaborar presenta este diálogo con Jorge Devincenzi quien colaboró en numeras publicaciones militantes, periodismo gráfico, radial y web. Actualmente se dedica a investigar los delitos con motivación económica producidos durante la dictadura.
Por Gerardo Yomal
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-¿Qué nivel de participación civil hubo durante la dictadura?
La dictadura contó con cierto apoyo de la opinión pública. Derrocar al gobierno legítimo no había sido parte de la llamada lucha antisubversiva sino, al revés, fueron los poderes tradicionales los que “animaron” a los comandantes porque no toleraban los cambios económico-sociales producidos. Aquello no difiere mucho de lo que sucede hoy con el grupo A, y debe alertarnos sobre la falta de límites de esos tipos.
Hay indicios ciertos de una reunión entre los tres jefes con directivos de empresas extranjeras y voceros del establishment local que se realizó a mediados de 1975 en la Bolsa de Comercio, respondiendo a una convocatoria de Martínez de Hoz. A partir de entonces ya no tuvo importancia que otras elecciones corrigieran las falencias del gobierno de Isabel. Sólo se esperaba el momento oportuno. Grondona comenzó a repetir que el gobierno tenía legitimidad de origen pero no de ejercicio. Miente el Tata Yofre cuando afirma que los comandantes se reunieron con distintos economistas para elegir libremente, ellos, la línea económica que se vendría. Fue al revés: el poder económico eligió a los militares. Con desapariciones y militarización en algunos casos, la administración estatal siguió funcionando con gente adicta al frente de las reparticiones. Hubo quienes simularon adhesión, hubo miedo, indiferencia, y también cierta resistencia pasiva. Pero la sociedad se disciplinó, y la tablita cambiaria, la plata dulce, trajeron felicidad a los sectores medios que olvidaron rápidamente las locuras libertarias de los 70. Con hegemonía del poder tradicional, el consenso social alcanzado se pareció mucho al de los 90’ y al que ahora quiere reeditar Macri y los menemistas residuales.
Pero también hubo civiles que participaron activamente de la represión, aunque no se puede calcular cuántos. Hubo delaciones, y está acreditada la participación de técnicos del Banco Central y la Comisión Nacional de Valores en las sesiones de torturas que sufrieron empresarios nacionales para entregar sus bienes a los grupos económicos que detentaban el poder. En el período desaparecieron unas 600 empresas de capital nacional, y muchos de sus directivos fueron secuestrados: los Gutheim, Grecco, Basil, Grassi, Oddone, Chavanne, Taub, Saiegh, Iacarinno, son algunos.
-¿Cómo es su evaluación sobre el tema Papel Prensa?
Papel Prensa está indubitablemente asociado a la nueva Ley de Medios. En el reino del capitalismo financiero global, está todavía por verse hasta dónde pueden regular los Estados, más allá de esa suerte de medidas seudokeynesianas de capitalización a los grandes bancos. La Ley de Medios busca regular una actividad económica, además estratégica porque es una pata de dominación imperial, y cuya influencia sobre la construcción de ideología, sentido común, opinión, pautas culturales o como quiera llamárselas, están fuera de toda duda.
La mayoría accionaria de Papel Prensa estaba en manos de David Graiver, quién la había logrado con créditos del Banade facilitados por Gelbard y fondos propios. Lo de los Born se produce un año después. No lo despojan por su condición de judío, como sostiene el diario Miradas al Sur, ni es creíble que muriera en México por Papel Prensa. Masera ordenó que su patota pegara dos tiros en la cabeza al abogado Miguel Padilla, un colaborador de Martínez de Hoz que le estorbaba, pero el atentado al avión tiene una sofisticación ajena a las hordas locales.
Graiver también había comprado todas las acciones de la Ítalo que cotizaban en Ginebra, sede de Motor Columbus, y había pagado a economistas como Guido di Tella y Alieto Guadagni para que la valuaran. Con la estatización (algo inconcebible para un liberal) ese grupo suizo-británico fue indemnizado por la compra de 2 turbogeneradores instalados a fines de los 60, que en realidad había pagado el Banade como avalista. Y Martínez de Hoz, con los Soldati y los Alemann, pertenecían al directorio de la Ítalo. Además, todavía no se ha estudiado a fondo lo sucedido con Acindar, de la que Martínez de Hoz también era director, que durante la dictadura eliminó a toda la competencia y hoy ni siquiera pertenece a los Acevedo. Eso explicaría el secuestro de los directivos de Industrias Grassi, y no por su relación indirecta con Graiver, que la tuvieron a través del Banco de Hurlingham. Ya siendo ministro, Martínez de Hoz le habría dicho a Grassi: “Me vendés la empresa o te la saco”. Lo cierto es que esa industria rosarina era crucial para dominar el mercado de laminados no planos.
Esta fue una lucha de grupos económicos: uno, el triunfante, usó el aparato represivo del Estado para apurar la concentración en favor de intereses extranjeros y del poder tradicional, el del quimérico granero del mundo. Y el otro, el desalojado, fue esa suerte de burguesía nacional que constituye el karma del peronismo.
Independizarse del imperio supone cierto lugar para la burguesía nacional, pero lo cierto es que la nuestra, rentística, está muy lejos de la innovación shumpeteriana de la paulista.
Es interesante el rol que quiere hacerle jugar Kirchner. Al fin y al cabo, hoy el principal inversor de la Argentina es el Anses. Hasta cierto punto, “burguesía nacional” es también un constructo colonial.
- ¿Qué función política cumple poner esta temática en la agenda pública?
Por un lado, Clarín se considera por encima de la ley porque aquí, la seguridad jurídica que reclaman es un eufemismo. En este sentido, se avanzó mucho desde 2003, pero el camino es todavía más largo. Esta gente nunca respetó la ley y construyó el Estado para servir a sus propios intereses.
En segundo lugar, estos medios parecen malos alumnos de sus iguales en los países centrales. Parecen digo, porque allá en el Norte no se concibe que el periodismo predique contra su país y aquí sí.
Por otro lado, el enfrentamiento con el Grupo pone de manifiesto una huella profunda de la realidad, en la que los medios han desalojado a la construcción política, y por eso resulta tan difícil edificar un sujeto de cambio. Es cierto que hay un discurso único dominante, pero no todo es discurso. Esto ha llevado a sobrestimar el papel transformador de las nuevas tecnologías. Respecto de ellas, yo preguntaría: ¿quién es el tal Lucas Carrasco? Salvo algunas pocas excepciones, hay mucha chatura autoreferencial en todo eso. En este sentido, y sin creer que todo pasado fue mejor, porque no lo fue, reivindico el papel transformador de la juventud de los 60 y 70 como pura creación social que adquiere significación por una serie de factores, sin la cual Perón no hubiera podido volver a la Argentina. Y no me refiero a las organizaciones armadas (en esa época quizás no había otra vía posible) sino al involucramiento personal y colectivo liberadores o independentistas.
La batalla contra los medios hegemónicos adquiere centralidad más allá de las intenciones de los actores. Y a pesar de toda esa confusión y caos, la juventud actual, cierta parte de ella, está girando su mirada hacia lo que realmente interesa: el cambio hacia un país más justo, independiente e inclusivo, lo que en cierto modo, implica crear otra agenda, una propia, una agenda nacional.
No me parece tan importante la mentada fragmentación como la definición de sentido, y por eso repito a mis amigos blogueros: si hay una lucha por el sentido, ¿quién es el tal Lucas Carrasco?
-¿Qué es lo mejor y lo peor del kirchnerismo?
No respondería en esos términos. Que de la clase política argentina real haya surgido este escenario, es volver a creer que un país mejor es posible, posible en serio si insistimos, si no bajamos los brazos y si no nos caemos por alguna derrota más o menos. El límite es que los avances producidos por este gobierno no han sido acompañados por transformaciones profundas en la sociedad, y los cambios permanentes sólo se consiguen cuando la sociedad los percibe como propios y los defiende caiga quien caiga. Además, el discurso dominante nos ha disciplinado a creer que todo lo queremos ya, mágicamente.
Estoy orgulloso de la presidenta que tenemos, y si uno recuerda ciertos escritos de Bertol Bretch (pienso en El alma buena de Sechuán), podrá entender cómo la astucia de Kirchner funciona en favor del bien, así como la malicia perversa de Menem estuvo puesta al servicio del enemigo del pueblo. No creo que exista una construcción ideológica denominada kirchnerismo, eso sí.
Pero es posible leer de otro modo el discurso de Néstor: cuando dice que crezcan mil flores, no se refiere a que los compañeros, para construir política, insistan en colgarse de los funcionarios que miden. Hablo en términos de cierta autonomía de la administración estatal. Hay que releer a Poulantzas además de Laclau.
La explicación que encuentro se refiere a ciertas interpretaciones simplificadoras según las cuales el peronismo original habría sido una revolución desde arriba.
No estoy de acuerdo con la actual política petrolera, o con la idea de planes sociales focalizados, entre otros, pero uno no puede pelearse con todos al mismo tiempo si es consciente de su propia debilidad, y cuando votamos no podemos poner medio voto. Se elige.
Veo que el nivel de discusión es sumamente insuficiente. Un ejemplo es la minería a cielo abierto. Ciertas almas sensibles sufren porque les van a cambiar el paisaje, pero sólo la industria del GBA consume más cianuro que el de todas las mineras juntas. Esa actividad ha generado cierto desarrollo local. Es cierto que pagan retenciones insuficientes o no pagan ninguna, y también es cierto que se necesita mayor presencia estatal. Pero hay TBI, contratos y leyes vigentes desde los 90. No podemos pelear con todos al mismo tiempo: para eso se necesita una construcción sólida que no existe. Las críticas a la minería obedecen a un pensamiento light que también vemos en las protestas contra las pasteras, un punto de vista funcional a intereses nada light.
Un grande, Jorge.
ResponderEliminarTiene mucha data y enorme capacidad de análisis.