¿Se acuerdan del famoso discurso de aquel jefe indígena, que dicen que en 2002 se plantó en Barcelona frente a los jefes de Estado de la Comunidad Europea y les cantó las cuarenta? Nunca supe si semejante sopapo efectivamente existió, pero en definitiva no tenía mucha importancia. Como hemos aprendido en estos tiempos, el poder del mito es mucho más importante que la verdad.
No tenía una enorme poesía; más bien era pragmático. Decía que constaba en el Archivo de Indias que solamente entre el año 1.503 y 1660 habían entrado a Europa 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata, y que en lugar de presumir la existencia de crímenes de guerra, que daría derecho no sólo a la devolución inmediata sino la indemnización por daños y perjuicios, debían en cambio ser tomados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América para la fundación del capitalismo.
Decía que ese préstamo era una suerte de Plan Marshall, otorgado para la recuperación de la barbarie reinante en el Viejo Continente, arruinada por guerras religiosas. Y que nunca lo habían aprovechado como correspondía, que en lo estratégico lo dilapidaron en guerras absurdas para terminar ocupados por la OTAN, y en lo económico nunca pudieron superar la dependencia de las rentas líquidas, materias primas y energía barata que les provee el tercer mundo.
Después de unas cuentas de reparación muy ventajosas, decía el cacique que habría que privatizar toda Europa para poder pagar la deuda externa con los pueblos originarios, y que ante tal imposibilidad de pago, se contentaría con que entreguen la bala que mató al Poeta. Pero no podrían, porque esa bala es el corazón de Europa.
Recuerdo mis sensaciones heroicas del momento; hoy me resultan pura vaguedad.
Los pueblos originarios están organizados políticamente, aunque con flagrante negación por parte de las instituciones democráticas. Tienen reivindicaciones concretas de tierra y cultura, que como tocan intereses de los hombres que habitan detrás de las cortinas, pasan al repertorio folclórico y quedan colgadas en la pared, para colorear algún living snob o políticamente correcto.
La posibilidad de renombrar este feriado de hoy, en realidad de mañana (pero también de ayer), corre riesgo de ser parte de ese mismo etnocentrismo, que baila para la tele una danza que habita en la pobreza estructural. Un simbolismo apenas correcto; cambio de intención que de no consolidarse en verdaderas reparaciones, caerá indefectiblemente en la hipocresía tradicional.
Buena la nota! Me hizo acordar al libro de Galeano cuando contaba, además, que se decía que habían saqueado tanta plata de Potosí que al final podían hacer un puente de plata que fuese desde la punta del cerro hasta el corazón de Europa atravesando todo el océano.
ResponderEliminarDía del respeto a la diversidad cultural sería llamado con el proyecto de ley sobre los feriados puente. Quizás le hubiese quedado mejor Día de la conquista y el saqueo a los pueblos americanos.
El tiempo pasó, y el que después terminó saqueando a América fue Estados Unidos. Bueno, y los ingleses siguen teniendo las malvinas.
Saludos!