Una bandita de pibes roba cotidianamente las bauleras de los colectivos cuando están ingresando a Retiro, ante la impávida mirada de viajeros frecuentes y turistas que ven cómo sus bolsos ingresan sin retorno a la Villa 31. La bronca estalla contra los villeros que, en realidad, son el último eslabón -el visible- de una larga tradición mafiosa que incluye, claro está, a la policía.
"La cana libera la zona", relató un referente de la villa a PuedeColaborar. "Los pibes roban y van 60 para la cana y 40 para el pendejo", agregó. Esa repartija de los dividendos del robo es normal, aunque varía según las zonas. Por ejemplo, en zona sur es 70 a 30. Setenta para la policía y 30 para el pibe.
Pero el círculo vicioso no termina allí. Una vez entongados, la policía los detiene cada tanto, genera un expediente y engrosa las estadísticas para demostrar que están trabajando. De esta manera "los tienen agarrados de los huevos", aclaró nuestra fuente. Al pibe le quedan dos opciones: o sigue robando para "los ratis" o se suma a las filas de alguna banda.
La purga iniciada por la ministra de Seguridad, Nilda Garré, necesita el apoyo de todas las fuerzas políticas y de los medios. Y está más que claro que enfrentarse a una de las estructuras más vetustas y corruptas y poderosas no tiene un costo cero.
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