CERTEZAS SOBRE LA RESPONSABILIDAD DE LA FEDERAL EN LOS ASESINATOS DE SALGUEIRO Y CHURA PUÑA
Foto de Perfil.com |
Por Pablo Caruso
Hace unas horas terminó una parte del conflicto de los sin nada de Soldati y Lugano. Hubo un acuerdo, que según qué diario se lea es una agachada del gobierno por negociar con Macri o del macrismo por negociar con el gobierno. A nuestro entender, tiene más pinta de lo segundo, porque la política de la ciudad de Buenos Aires era palo y a cobrar, y la del gobierno consenso vía diálogo. Sin dudas primó lo segundo, pero es cierto que el tono y las medidas criminalizan una vez más a las víctimas de un modelo que evidentemente no termina de morir.
A propósito de esas figuras de nacimiento y muerte, a esta altura nos va quedando claro que modelo que muere y modelo que nace no tienen espacio de convivencia. Lo que se logra en esos intersticios es la impronta del sálvese quien pueda del modelo que en teoría se despide, porque con la imagen benévola de lo que estaría viniendo se pierde fuerza para putear a voz en cuello lo que todavía subsiste.
Para ser claros, la etapa que se cierra del conflicto por las viviendas es la de visibilización del problema. Todos de vuelta a la no casa, bajo promesa de un peso de Ciudad y un peso de Nación para todas las viviendas que se harán. Pero la verdad es que la etapa de prometer viviendas parece ranciamente cumplida. ¿Cuántas promesas de vivienda llevan en la mochila los funcionarios porteños? ¿Y qué garantía de que si en tres años de gestión subejecutaron hasta la vergüenza los fondos previstos para esos planes, ahora sí, sin peros, se va a cumplir, no ya con lo prometido, sino con lo que correspondía por ley? Porque a no olvidar, el presupuesto es ley.
Acaso dirán que el garante en este caso es el gobierno nacional, que tiene mucha más legitimidad para prometer políticas sociales, pero no parece verosímil que ante el incumplimiento del macrismo, Nación haga honor a compromisos ajenos. Convengamos además que la foto y el tono de ayer, probablemente necesario para frenar el sospechoso efecto copia del Indoamericano, resulta por lo menos hostil para los expropiados de siempre. Sólo la pragmática de la política lo puede explicar.
Hace unos minutos nos tocó escuchar al ministro de justicia Julio Alak en un televisor de un bar público, explicando nada sobre las pericias balísticas por los asesinatos de Bernardo Salgueiro, Rosmarie Chura Puña y Juan Quispe. Detrás nuestro, comiendo unos sándwiches, había tres federales, policías ellos, que frenaron las carcajadas cuando nos acercamos a escuchar el informe. El videograph los puso en autos y se hizo silencio. Comunicadores nosotros, no se nos escapaba lo rico de la escena.
A pesar del por ahora respetuoso y prudente silencio oficial, cada vez hay más certezas sobre la responsabilidad de la Federal en los asesinatos de Salgueiro y Chura Puña. Y también sobre las bandas organizadas con punteros y barras que en vínculo político buscaban muertos en el conflicto para socavar apoyo a la gestión de Cristina. Seguramente lo encontraron a Juan Quispe en esa misión.
No podemos dejar invisibles ni el conflicto social de los sin casa, ni la búsqueda de justicia para los asesinados en las operaciones apadrinadas. No pueden perder escena detrás de esporádicas noticias de estación, como el estallido del calor, los piquetes según el caos de tránsito, el florecer de los culos en Mar del Plata, o las diatribas eclesiásticas sobre la existencia de Papá Noel.
Nuestra calidad humana nos exige sostener las dos tragedias a flor de piel, esquivando vecinos xenófobos y soluciones de pragmática política.
Sobre lo que deja Soldati.
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