domingo, 13 de junio de 2010

"El Mural" de Siqueiros según Olivera


Por Damian Hoffman

El famoso “Mural de Siqueiros” es uno de las creaciones artísticas más exóticas y extravagantes que ha conocido nuestro país. Encargado por el director del polémico diario “Crítica”, Natalio Botana, el pintor mexicano, de nombre David, comenzó a pintar algo que, según él, iba en contra a su lucha socialista: hacer arte en el sótano de una mansión solamente para regocijo de sus huéspedes. El tiempo pasó, los familiares fallecieron, pero esas paredes quedaron solas y descuidadas, hasta que por orden presidencial se retiraron por separado los moldes del depósito donde se encontraban, fueron restaurados y hoy son exhibidos en el Museo de la Aduana Taylor en Capital Federal.

La última película de Héctor Olivera intenta contar qué sucedió en la gigante chacra del empresario mientras se llevaba a cabo la obra en los pisos de abajo. Y cuando se habla de los sucesos, no solamente se refiere a las relaciones entre las personas, sino tópicos como el convulsionado clima prefascista, crisis de identidades o el poder de los medios.

Como lo demostró en La Patagonia Rebelde, El Caso María Soledad y Ay Juancito, el cineasta sabe cómo mezclar la pasión o los conflictos entre personas y ciertos momentos históricos. En el trabajo más reciente, se centra mucho en las infidelidades, traiciones y deseos de los personajes principales. Desde Siqueiros con su mujer, hasta esta última con el mismo Botana y Pablo Neruda. Fiel al estilo del director, incluye numerosas escenas sexuales, algunas reiterativas y otras originalmente filmadas.

En el elenco, se destaca Bruno Bichir como Siqueiros, el personaje más creíble de la película. Su espíritu bohemio y su entusiasta comportamiento conviven perfectamente en esta encarnación. Luis Machín parece perdido en su rol, como si estuviese haciendo de él mismo viviendo las vivencias de otro. Sin dudas, es un actor notable, que se destacó mucho más este año en su papel de La Mosca en la Ceniza, pero en esta ocasión parece desaprovechado y lejos de parecerse al personaje de la vida real, tanto física como dialécticamente. Ana Celentano, una actriz de cine que empieza a ganarse notoriedad en el público, vuelve a cautivar con un personaje con problemas psicológicos. Acompaña correctamente al elenco Carla Peterson, en una osada labor.

La ambientación de época, quizás un poco acartonada por la rígida dirección de extras, logra trasladar al espectador a los años treinta mediante el diseño de vestuario y de escenografía.

Hay que criticar lo densa que se vuelve la narración por momentos. A la película, a pesar de durar poco menos de dos horas, le sobra una decena de minutos. Es que, sumado a esa lentitud, la historia pronto pierde su foco y se torna redundante. Enfoca casi exclusivamente las relaciones amorosas como espectáculo principal, dejando de lado la influencia que tenía el matutino en esa época, la avasallante personalidad e inteligencia del director del diario, y las negociaciones que se efectuaban con el poder político, como la distracción producida por la muerte de Carlos Gardel. Aspectos que al principio de la película amagan con ser profundizados, pero luego son desarrollados a medias.

Por lo tanto, la belleza, tanto corporal como plástica, está omnipresente en todos los fotogramas, convirtiéndose, de esta manera, en el tema protagonista de la cinta, recomendable para los seguidores de Olivera o aquellos que quieran saber más sobre unos de los hechos artísticos en Argentina más importantes del siglo pasado.

1 comentario:

  1. Damián; que onda Carla Petersen en bolainas? Era malísima su actuación en canal 13.

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