jueves, 17 de junio de 2010

Cómo frenar el monocultivo de soja: propuestas concretas

Por Jaime Farji

Resignación o Inteligencia

De la lectura del reportaje que Soledad Gallego Díaz le hizo al diputado provincial de Santa Fe Marcelo Brignoni para el Diario El País de España (y publicada en este blog), no queda claro si el entrevistado considera que revertir el proceso de sojización ocurrido en la Argentina es imposible o imprescindible.

En todo caso, vale la pena pensar qué tipo de medidas hacen falta para revertir el proceso de sojización, asumiendo que un proceso que se ha desarrollado durante décadas no podrá desaparecer de la noche a la mañana.

En primer lugar, mantener las retenciones, para seguir capturando al menos una parte de la renta extraordinaria que deriva de la producción de soja. Pero ya se sabe que las retenciones disminuyen en parte la rentabilidad de la soja, pero por sí mismas no logran desalentar su cultivo ni alentar otros cultivos o actividades ganaderas.

En segundo lugar, una inteligente política de transferencias de una parte de la recaudación por retenciones, bajo la forma de subsidios a la producción de otros cultivos, de acuerdo con una política de diversificación productiva impulsada por objetivos de soberanía alimentaria y defensa de la cultura autóctona.

En tercer lugar, el establecimiento de “precios sostén” para los cultivos que se desean promover, en virtud de los cuales el estado garantiza la compra de la cosecha a un precio que asegure la recuperación de costos y la reproducción del ciclo.

En cuarto lugar, una política sanitaria que limite las fumigaciones con glifosato, habida cuenta de sus nocivos efectos para la salud y el ambiente.

En quinto lugar, una política de inducción de las superficies máximas que cada productor (léase bien: el productor es el pool de siembra, por ejemplo) puede destinar a la siembra de determinados cultivos, mediante incentivos-castigos impositivos, que tiendan a disminuir la superficie sembrada de soja en beneficio de otros cultivos.

Estas y otras medidas pueden garantizar una producción agrícola diversificada, sustentable y redituable para los productores. Pero hay que construir el sujeto social que adopte esta política y luche por ella. El estado, si implementa y mantiene estas medidas, puede ayudar a reconfigurar este sector social. Pero si eso ocurre, con el tiempo ganará peso económico, político, electoral, y reclamará su cuota de poder.

La pregunta es: ¿Quieren realmente el gobierno y cierto “progresismo”, el surgimiento de nuevos actores sociales que no sean dependientes y que reclamen su cuota de poder?

2 comentarios:

  1. El primer paso es quitar la pata interventora en el mercado de maíz y trigo. Gracias a esa política, en varios momentos del año estos cultuvos tienen un mercado como si tuvieran 50% de retenciones. Como podrían competir con la soja que tiene un mercado libre?

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  2. Quisiera saber si la persona que escribió este artículo tiene alguna idea de toxicología para que amplíe sobre los efectos producidos por las alternativas al glifosato (herbicida no solo usado en soja sino en muchos cultivos y otros escenarios). Ya que en el campo argentino no solo se usa glifosato.

    Y si se dejara de usar, cuales son las alternativas? Son más inocuas acaso estas alternativas? La realidad es otra, no la que usted propone en su artículo. Este artículo es meramente una opinión mal guiada y sin ninguna veracidad en sus afirmaciones en lo que respecta a este punto.

    Vale aclarar que cualquier agroquímico tiene efectos contraproducentes para el ambiente y la salud. Usted no habla de malas aplicaciones, irresponsabilidad por los productores y profesionales del agro (en los cuales me incluyo). No habla de dosis ni toma de decisiones, solo habla por boca de loro.

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