lunes, 5 de septiembre de 2011

MUCHAS MUJERES ENVIDIAN A LA PRESIDENTA: “SE HAN QUEDADO CON EL CULO AL AIRE”


Cristina ocupa un rango superior a Evita en la escala de Richter de la evolución femenina

Por León Rozitchner
“… Cristina es un animal político femenino en pie de igualdad con el animal político masculino de su marido Néstor, cosa que no pasaba con Perón y Evita. Ocupa un rango superior a Evita en la escala de Richter de la evolución femenina. Aquí las diferencias no se contraponen sino que se complementan, como se complementan los cuerpos que al amarse se unen. De allí surge, desde muy abajo, otro modelo político –tiránico o acogedor, según sea la cifra– en los representantes del poder colectivo en el gobierno. Y por eso también desde allí surge ese odio nuevo, tan feroz y mucho más intenso, que se apoderó de gran parte de las clases media y alta argentinas.”
“Por eso, tantas mujeres sumisas y ahítas de alta y media clase no nos ahorran sus miserias cuando se muestran al desnudo al dirigirle sus obscenas diatribas: no ven lo que muestran. Son mujeres esclavas del hombre que las ha adquirido –o ellas lo hicieron– y al que se han unido en turbias transacciones, donde el tanto por ciento y las glándulas se han fusionado en una extraña alquimia convertida en empuje que llaman ‘amoroso’ –continuaba Rozitchner–. La envidian a Cristina desde lo más profundo de sus renunciamientos que el amor ‘conyugal’ exige pero no consuela. Cristina las pone en evidencia a todas: se han quedado sin jeans que las ciñan, con el culo al aire. Ella tiene, teniendo lo mismo o más de lo que ellas tienen, lo que a todas juntas les falta. Pero saben que tampoco podrían nunca llegar a tenerlo. Por eso, ellas no la envidian: la odian como a una traidora de clase –de clase de mujeres, digo–. La han cubierto de insultos y desprecios: de las ignominias más abyectas que nunca vi salir antes de esas boquitas pintadas de servil encono. Cristina las pone fuera de quicio. Esto también constituye el suelo denso y material de la política, tan unido a la lucha de clases entre ricos y pobres. Ellas también son el resultado de la producción capitalista de sujetos en serie: mercancías femeninas con formas humanas, con su valor de uso y su valor de cambio.” Y vale recuperar cómo cierra este artículo y el rebote de su fraseo. “Cristina Fernández-Kirchner ha prolongado y asumido como mujer-madre, y con el hombre que fue su marido, un nuevo modelo social de pareja política. No es poco para recuperar el origen materno del imaginario colectivo que busca una sociabilidad distinta. De todos modos, habremos ahondado un lugar nuevo y más fuerte si, para defendernos, la defendemos: no nos queda otra. Y no he sido ni soy, por eso, ‘kirchnerista’.”

5 comentarios:

  1. La que más la envidia es Carrio, y se le nota, se le nota mucho, demasiado.
    Marcela.

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  2. y chiche?
    Por suerte somos más las que la admiramos que las que la envidian

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  3. Cuando veo a algunas mujeres referirse a Cristina con tanto odio, varias veces me pregunté...será envidia? Adhiero totalmente a las palabras de Rotizchner, las que no pudieron, no quisieron o no tuvieron los ovarios necesarios como para forjar sus propias vidas...HAGANSE CARGO!!! Por mi parte estoy orgullosa de este modelo de mujer

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  4. A veces siento y pienso que las mujeres argentinas no pueden lidiar con ser mujeres en una cultura tan machista....y cuando ven a ciertas mujeres, especialmente la presidenta.....hacen eclcosión la envidia, el desconcierto y el odio intragénero. Espero que esta característica cultural sea modificable, aprovechando a oportunidad histórica de ser representadas tan brillantemente por este lujo de presidenta.

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  5. Maravilloso artículo.Es evidente que Cristina condensa como nadie toda la evolución del género femenino de comienzos de la historia al presente,y como tal condensación a veces puede ser demasiado potente para otras mujeres más "normales" y corrientes que, en presencia de este,en cierta medida,ser superior,ven tambalear sus arraigados hábitos y creencias que por fuerza de la costumbre habían convenido en no cuestionar.

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