RADIOGRAFÍA SOCIAL Y ECONÓMICA DE AMÉRICA LATINA
Por Alberto Ferrari
En América Latina durante la última década mejoró la renta del trabajo y por primera vez disminuyó la desigualdad del ingreso, pero persisten fallas estructurales que originan pobreza e inequidad, se advirtió hoy durante un seminario internacional organizado en Buenos Aires.
"Las buenas noticias para América Latina es que disminuyeron las desigualdades del ingreso y que el Estado ha tomado conciencia de que el mercado no puede ser depositario de los recursos y servicios básicos", señaló Fernando Filgueira, del Fondo de Población de Naciones Unidas en Montevideo.
Filgueira advirtió que al mismo tiempo, que "no se modificó la matriz que genera la pobreza y la desigualdad", durante el seminario "Las Políticas socio-laborales de América Latina", organizado por Flacso de Argentina.
El funcionario de Naciones Unidas también alertó que los países latinoamericanos afrontarán en los próximos años "dificultades para expandir el gasto social, a menos que encaren una reforma fiscal", que consideró poco probable debido a la resistencia que generará en muchos sectores sociales, tal como ocurrió en Argentina en 2008 cuando se intentó aumentar el impuesto a las exportaciones de soja.
"Tenemos buenas noticias coyunturales del Estado social en América Latina, pero ese Estado todavía tiene el músculo débil", advirtió Filgueira, para quien persisten "cuatro fallas estructurales en el modelo social" aplicado en la región.
Algunos países latinoamericanos han observado como sectores de clase baja ascendieron a la categoría de clase media, como ocurrió en Brasil, pero la mayoría "todavía tiene una población vulnerable a la pobreza" que podría retroceder a su nivel precedente, de retornar el modelo de Estado de la década del 90, advirtió.
Además, "la infantilización y la feminización de la pobreza no ha disminuido, al contrario se agudizó con los niños y las mujeres que son los más débiles entre los sectores vulnerables", agregó el funcionario de Naciones Unidas.
Entre las fallas estructurales, Filgueira mencionó las desigualdades persistentes en la educación cuyos resultados todavía están condicionados por los niveles de ingreso de los grupos familiares que deben optar por la educación pública o la privada.
"Los niños de baja nivel socioeconómico reciben un tercio o la mitad de la inversión en educación de los niños de nivel socioeconómico alto", comparó.
En Estados Unidos, Japón y Europa -antes de la crisis- el Estado financiaba a través de transferencias públicas o servicios el 40 por ciento del gasto de los adolescentes hasta 14 años, mientras que en América Latina es de apenas del 20 por ciento, explicó.
Filgueira también mencionó entre las fallas estructurales, que los sectores de bajo nivel económico de América Latina tienen trabajos de baja productividad y no están afiliados a la seguridad social.
Carmen Midaglia, de la Universidad de la República de Montevideo, y Deborah Lopreite, de la Universidad Carleton de Ottawa, Canadá, coincidieron que la inversión social en los sectores más vulnerables "ha sido importante, pero ha tenido poco impacto en reducir la pobreza".
Midaglia coincidió que "estos programas tienen muchas debilidades" aunque "han generado conciencia sobre la responsabilidad del Estado de que la pobreza no la resuelve el mercado".
En América "faltan políticas integrales de cuidado infantil y de protección de los hijos de madres trabajadoras", coincidieron las panelistas.
Midaglia advirtió que "estos programas están desvinculados del mercado de empleo y terminan funcionando como programas paralelos".
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