TESTIMONIO DE LA DOCENTE GRACIELA DULCICH / “HACEMOS DE TODO PARA QUE LOS CHICOS NO ABANDONEN” / CÓMO PEGÓ LA ASIGNACIÓN UNIVERSAL / LA ESCUELA COMO DOMICILIO
Foto de SUTEBA |
(Fuente The Guardian)
Los pagos en efectivo recibidos por familias pobres con niños en Argentina "han tenido un impacto muy positivo", dice entusiasmada Graciela Dulcich, directora de una escuela primaria en un barrio pobre en las afueras de Buenos Aires.
"Una vez que los niños están matriculados en la escuela, la responsabilidad es nuestra, y si faltan a clases por más de tres días, tenemos que mover cielo y tierra para averiguar lo que está pasando, y para que empiecen a venir otra vez", explicó.
Durante los últimos 35 años, Dulcich ha trabajado en escuelas públicas en barrios de bajos ingresos en las afueras de la Capital, tales como la escuela número 34, que actualmente dirige, en San Isidro, un barrio de Buenos Aires marcado por fuertes contrastes sociales.
Pero el impacto no sólo alcanza a las familias que están siendo rescatadas de la pobreza gracias al pago mensual en efectivo, que supera los ingresos que las familias pueden obtener trabajando. Los efectos también se han dejado sentir en las escuelas, especialmente en el nivel primario, donde la AUH ha llevado a un gran incremento en la matrícula escolar.
Y, de acuerdo con Dulcich, "una vez que la escuela logra incorporar a los niños, los recupera - en otras palabras, incluso si faltan una semana de cada tres, ya están en el sistema, y se puede darles un seguimiento.”
"Hacemos todo tipo de cosas para que continúen asistiendo a clase", desde vitorear y aplaudir todos los días a cada uno de los que asiste, hasta llamar por teléfono o incluso visitar las casas de los niños que faltan a clase, cuenta la directora.
La directora explica que el Ministerio de Educación exige informes mensuales de asistencia. "Si el informe entregado al Ministerio muestra que hay niños que han abandonado, o que han repetido el año, enfrentamos reprimendas y pedidos de informes detallados. Esta es la presión que tenemos, por eso debe hacerse todo lo posible para que los niños asistan a clases”.
Las escuelas primarias también pueden referir a los niños a psicólogos o trabajadores sociales, y ofrecer orientación sobre cuestiones médicas o dentales, así como asesoramiento sobre las diferentes problemáticas familiares.
En lo que respecta a las familias de los niños que habitualmente faltan a clases, y "que no tienen una cultura de asistencia a la escuela regular", se hace un esfuerzo más grande en términos del seguimiento de su situación, explica Dulcich. Muchas de estas familias se ganan la vida clasificando basura en la calle para vender materiales reciclables como papel y cartón - son conocidos como "cartoneros" en Argentina – y los niños deben trabajar junto a sus padres.
"Sin embargo, para las madres que nunca se rinden, las que nos preguntan si pueden dar la dirección y número de teléfono de la escuela como una referencia cuando van a buscar un empleo, la AUH es muy apreciada".
Estas mujeres, cuenta Graciela Dulcich "ahora envían a sus hijos a la escuela con todos los materiales necesarios, y vienen a contarnos que su hijo perdió su lápiz rojo, por ejemplo -. Una actitud que era impensable en el pasado, las familias ahora se sienten menos marginadas , e incluso pueden hacer pagos regulares voluntarios” a la asociación de padres, conocida como "la cooperadora " en Argentina.
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