Por Néstor Restivo
Argentina se cayó del mundo y ya no está en él, pero en una misión conjunta de la Comisión Nacional de Energia Atómica y la NASA de Estados Unidos, en California, en junio pasado, el cohete Delta II puso en órbita al Aquarius, el satélite más complejo construido en la Argentina. Su primera misión fue reportada exitosamente por la Agenzia Spaciale Italiana.
Nuestro país está aislado del mundo y por eso nadie invierte, pero la relación inversiones/PBI fue récord el año pasado, casi 23%. Y también en 2010 hubo anuncios de inversiones extranjeras por casi 20 mil millones de dólares, entre ellos de Renault, Peugeot-Citroën y Louis Dreyfus de Francia, Fiat de Italia, Repsol y Telefónica de España, Petrobras de Brasil, Cnooc y Sinopec de China, para no citar el reciente anuncio de la RIM canadiense de fabricar BlackBerry en Tierra del Fuego.
Ya se sabe, nadie tiene más en cuenta a Argentina, pero ahí está participando la Presidenta en el Grupo de los 20 países de mayor peso en el mundo. Ojalá tuvieramos un presidente como Lula da Silva, él sí que sabe vivir en el mundo. Pero él vendría con ganas a votar a Cristina, confesó.
Argentina está aislada de todo pero el mejor jugador del mundo es un argentino, Lio Messi. Y nadie quiere venir más acá, salvo la selección de fútbol de España, campeona mundial en Sudáfrica 2010, cuyo primer partido luego de la consagración fue... en Buenos Aires (y de paso se fueron goleados). Salvo Dilma Rousseff, también debutante aquí en su primer viaje tras jurar como sucesora de Lula. Y salvo, entre muchos otros, Peter Gabriel (vendrá este noviembre), Britney Spears (idem) o Roger Waters (marzo de 2012), el Ballet de Sttugart este mes en el Teatro Colón o el American Ballet Theatre en diciembre ¿Acaso regresen este año una vez más Martha Argerich o Daniel Barenboim? Ni que hablar de los 5,3 millones de turistas extranjeras que nos visitaron en 2010 para ver desde Ushuaia y el Glaciar Perito Moreno hasta las Cataratas del Iguazú o los circuitos del Noroeste, en el número de visitantes más alto para Sudamérica. Estar tan aislados también impide que otros millones de argentinos viajen por el ancho mundo.
Qué pena, qué retroceso estar tan alejados de todo, pero hasta los chinos ya comen las empanadas de El Noble o los ingleses los helados Freddo. Y miles de estudiantes chilenos, colombianos, peruanos o norteamericanos o europeos vienen tan seguido a estudiar en nuestras universidades que es una verdadera lástima no estar al corriente de lo que sucede en el planeta. A veces vienen a nuestro país a dar conferencias Nouriel Roubini, Paul Krugman o Jospeph Stiglitz, pero no alcanza.
GRACIAS POR LA SOLEDAD
Duele este aislamiento y por eso Los Pumas están entre las diez selecciones de Rugby mejor posicionadas del planeta para encarar el Mundial de Nueva Zelanda en pocos días más. Es como en el fútbol, en el basket de esta generación dorada o en el hockey femenino con las queridas Leonas.
Angustia que la Argentina esté más sola que una almeja en invierno en San Clemente porque así se pierde de esa construcción en marcha de la Unasur, o de integrarse más a Brasil, a Uruguay, a Chile, al resto del continente, y a otros espacios mundiales donde no va ni de donde viene ninguna misión comercial porque se desprecia a nuestro país por ser, ya se sabe, poco serio.
Si la Argentina no estuviera aislada del mundo, cuánta solidaridad y admiración habrían recibido en sus tragedias Facundo Cabral en Guatemala o Gustavo Cerati en Venezuela. Cuánto cariño se profesaría, si otra fuera la historia, por Ricardo Darín en España o Juan José Campanella o Gustavo Santaolalla en Estados Unidos.
Y qué pena que de tanta soledad, el primer país latinoamericano al que vino la maravillosa muestra de la artista francesa Louis Bourgeois fue a nuestro país, este año. O que el MALBA o el Museo Nacional de Bellas Artes nos sorprenda a veces trayendo a Toulouse Lautrec, Picasso, Andy Warhol o al Doríforo de Nápoles.
La lista de aislamientos es vastísima. Que sólo estemos atados a los truhanes de Wall Street y a los dictados de Washington, ahhh, eso sí, es un alivio.
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