De traiciones y operaciones
Foto de Telam |
Por Jorge Vilas
(Junio de 2011) La información conocida hasta el momento indica que Sergio Schoklender y un grupo de personas vinculadas con él se habría enriquecido ilegalmente en los últimos años. La difusión de la noticia causó fuerte conmoción en vastos sectores de la sociedad, en primer lugar, porque afecta a una organización que es símbolo de la dignidad de los argentinos, emblema de la resistencia a la dictadura cívico-militar y la recuperación de la democracia. Pero también el impacto se potenció por el impresionante operativo político y mediático encabezado por Clarín y La Nación. Es evidente que ese operativo apunta a convertir lo que es una estafa contra las Madres en un hecho que las desprestigie y desvalorice su lucha histórica, al tiempo que intentan golpear por elevación al Gobierno Nacional.
Es paradójico que quienes nunca denunciaron la represión ilegal, y hasta llegaron a calificar a las Madres como terroristas, hoy se escandalicen porque, dicen, estarían manchados los pañuelos blancos. En realidad, las primeras víctimas del desfalco denunciado son las Madres, a tal punto que ya han puesto a trabajar a sus abogados en la querella que iniciarán contra ese grupo de personas. No es la primera vez, desgraciadamente, que el enemigo de las causas de los derechos humanos se agazapa dentro de los propios organismos. Salvando las distancias entre ambos hechos, el primer gran golpe que sufrieron las Madres también provino de alguien que había ganado la confianza de ellas, especialmente de la recordada Azucena Villaflor, quien llegó a albergar en su propia casa a ese joven que las acompañaba en las rondas de la plaza y a quien trató como a un hijo. Algunas madres desconfiaban de él y trataban de advertir a Azucena, quien sin embargo mantuvo su confianza. Se trataba de Alfredo Astiz, y fue quien dirigió el operativo que, en diciembre de 1977, culminó con el secuestro y posterior asesinato de Azucena, Mary Ponce y Ester Ballestrino de Careaga.
Es paradójico que quienes nunca denunciaron la represión ilegal, y hasta llegaron a calificar a las Madres como terroristas, hoy se escandalicen porque, dicen, estarían manchados los pañuelos blancos. En realidad, las primeras víctimas del desfalco denunciado son las Madres, a tal punto que ya han puesto a trabajar a sus abogados en la querella que iniciarán contra ese grupo de personas. No es la primera vez, desgraciadamente, que el enemigo de las causas de los derechos humanos se agazapa dentro de los propios organismos. Salvando las distancias entre ambos hechos, el primer gran golpe que sufrieron las Madres también provino de alguien que había ganado la confianza de ellas, especialmente de la recordada Azucena Villaflor, quien llegó a albergar en su propia casa a ese joven que las acompañaba en las rondas de la plaza y a quien trató como a un hijo. Algunas madres desconfiaban de él y trataban de advertir a Azucena, quien sin embargo mantuvo su confianza. Se trataba de Alfredo Astiz, y fue quien dirigió el operativo que, en diciembre de 1977, culminó con el secuestro y posterior asesinato de Azucena, Mary Ponce y Ester Ballestrino de Careaga.
Fuente revista Acción
Ni bien se empezó a hablar de este tema en los medios, una amiga (extranjera ella) me dijo: "Es la segunda vez que les pasa a estas mujeres." Y no entendí que quería decir, hasta que me acordé de Astiz y, entonces, supe a qué se refería.
ResponderEliminarUna boludez, banalidad absoluta. En el peor de los casos ("la información conocida hasta el momento" guau) SSh es un chorro. Astiz es otra cosa.
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