miércoles, 31 de marzo de 2010

¡Aguante Alfonsín!




Por Gerardo Yomal


No estoy de acuerdo con que su partido haya prestado funcionarios a la dictadura militar.

No estoy de acuerdo con el punto final ni la obediencia debida.

No estoy de acuerdo con su teoría de los dos demonios.

No estoy de acuerdo con que haya convocado al pueblo a la Plaza de Mayo, desearle “felices pascuas”, “la casa está en orden” y el haber proclamado la economía de guerra.

No estoy de acuerdo con que su ministro de economía Juan Carlos Pugliese les haya dicho ingenuamente a los empresarios “les hablo con el corazón y me contestan con el bolsillo”.

No estoy de acuerdo con el Pacto de Olivos que le permitió la reelección a Menem.

Dicho todo esto, también les digo, que paro la pelota, me corro de este pasado muy cercano, un pasado que prácticamente es presente, para tratar de pensar en perspectiva nuestra historia. Y les reafirmo que Alfonsín tiene un lugar importante y destacado en nuestra historia. Es uno de los políticos, con errores y aciertos, que quedará para la historia grande de nuestro país.

Le voy a decir a mis hijos y futuros nietos que posen la mirada sobre Alfonsín porque fue un presidente que se jugó fuerte por los juicios a los comandantes de la junta militar genocida.

Eso solo lo enaltece y lo pone en un escalón muy alto de nuestra historia nacional e internacional.

No me olvido que defendió presos políticos durante la dictadura y presentó habeas corpus.

Los radicales Cleto Cobos y Gerardo Morales no le llegan ni al tobillo.

Como afirma el bloguero M P en Pensando la Argentina “la primera muerte lo entregó atado de pies y manos a la angurria internista de sus correligionarios y a la voracidad totalitaria del grupo Clarín.

Entre ambos factores, devoraron el cadáver de aquél fenomenal cabrón que supo, siendo Presidente de la Nación, cagarse santamente en el "diálogo y el consenso" y pelearse con Dios y María Santísima, Sociedad Rural, CGT y Clarín incluidos.

Estos caníbales exquisitos lo pasteurizaron, lo falsearon y lo travistieron en lo que a estos míseros oportunistas les convenía que fuera: un abuelo bueno y querendón que trataba a todos como hijos dilectos, un patriarca del diálogo, de la concordia y de la convivencia. O sea, todo lo que no fue”.

Es verdad lo que dice el colega: las mismas empresas periodísticas que lo combatieron porque juzgó a los militares, porque tibiamente quiso poner algún tipo de regulación a los capitanes de la industria, lo quisieron convertir en un dios como excusa para atacar al diablo, que en este caso sería el actual gobierno, “crispado”, “autoritario”, “hegemónico”,etc.

Me lo decía Carlos Raimundi, expresidente, en su momento de la Juventud Radical, que lo conoció de cerca al “gallego cabezadura” dicho esto con cariño. Alfonsín era autoritario y decidía en forma unipersonal.

Claro que cuando murió muchos necesitaron convertirlo en el abuelito bueno y manso. Le quisieron lijar su carácter sanguíneo y calentón para dejarlo liso e irreconocible.

Entonces, a un año de su muerte les digo que me saco el sombrero frente a Raúl Alfonsín. Un político que ya quedó en la historia de los grandes de nuestro país.

Me saco el sombrero.



(Foto de Víctor Bugge)

4 comentarios:

  1. mmmm, personaje contradictorio sin dudas,nunca tuve confianza en él,lo apoye con todo en Semana Santa y se fue al maso,de ahi en mas ,
    algunos aciertos,pero todo a medio camino,
    claro que al lado de algunos parecia bueno,
    no era un santo tampoco un demonio.
    Gris a pesar de haber resaltado

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  2. Al menos era un político. ¿Cuántos políticos hay hoy en la política?

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  3. Estoy de acuerdo. A Alfonsín en su momento le compré el paquete completo del tercer Movimiento Histórico y me afilié al radicalismo y todo. Creo que minimizar su paso por la presidencia es lo que hoy se hace con el actual ciclo K : nuestro viejo y conocido ninguneo, o son de derecha, para las izquierdas microcefálicas, o son populistas autoritarios para el progresisimo tomado por La Nacion, o son montoneros delincuentes subversivos para el Pandismo, Clarinismo. Mal, mal.

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