ESTALLÓ LA POLÉMICA HISTÓRICA.
Opinión - Por Pablo A. Chami
La creación del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego, por decreto del día 17 de noviembre de este año, reavivó una antigua polémica entre historiadores y periodistas especializados en historia. Beatriz Sarlo rompió el fuego desde las páginas de La Nación. El 28 de noviembre escribió una nota que lleva el título: “Polémico instituto de revisión de la historia”. Ya en el título inicia la polémica. Página 12 respondió el 29 de noviembre con una entrevista al flamante presidente del instituto, Pacho O´Donnell, donde explica cuáles son los fines del instituto: “La de la necesidad de una historia nacional, popular y federalista alternativa a la liberal, oligárquica, porteñista, antipopular y antiprovincial”. La entrevistadora, Ailín Bullentini, agrega: “ésa conocida como la historia oficial”.
Continúa el debate con una nota del historiador Luis Alberto Romero y varias editoriales del diario La Nación, una de ellas con el despectivo título: “El relato reemplaza a la historia”
Par entender a qué se debe esta polémica, tengo que hacer ciertas aclaraciones acerca del uso de la historia en la política. Recurro a una entrevista que realizó Eduardo Nocera al historiador y periodista Miguel Wiñazki. Ante una pregunta de Nocera en la que compara la construcción de la noticia que hace el periodismo con la construcción de la historia que hacen los historiadores, nos dice:
“…tal como hay que leer el periodismo que se presenta objetivo, es decir, como adscripto a determinada ideología, lo cual está muy bien. Toda nación necesita una historia, y si hay una construcción de la noticia —una tensión de la noticia deseada, aquella que no contradice, intuye el periodista, lo que su público quiere escuchar— también la hay de la historia. Esa sería una historia deseada, que es en realidad una historia más deseada que constatada, una narración que pretende rigor pero no aporta pruebas.”
Es decir que no hay historia objetiva, la historia está ligada a la ideología a la que suscribe el historiador. O sea que esta polémica se transforma en política, no se trata de una discusión histórica.
Sarlo, que proviene de la izquierda, ahora escribe para La Nación, cuya línea editorial defiende la posición histórica liberal, de la línea Mitre y Levene. Por otro lado se contrapone a una historia revisionista que prioriza lo popular, lo nacional, lo federal y lo latinoamericano.
Entendamos entonces que esta polémica no responde a hechos históricos sino a diferentes visiones del pasado que nos remiten a discusiones de hoy. Se ven los hechos históricos nacionales con una perspectiva actual que hace que se valoren acontecimientos que antes eran relegados o negados y que hoy toman una nueva dimensión. Me refiero en especial al combate de la Vuelta de Obligado, puesta en relevancia por el gobierno de Cristina.
Yo celebro la creación de este instituto. Creo que es importante que pervivan las distintas visiones de la historia en una discusión apasionada pero en términos objetivos en el entendimiento que deben respetarse con altura todas las opiniones de nuestra historia, que es rica en diferencias porque nuestro país está compuesto por distintos orígenes que parten de los pueblos originarios, la emigración española de la conquista, el aluvión de inmigrantes de fines del siglo XIX y comienzos del XX y la integración de los habitantes de los pueblos hermanos de América del Sur. Todos ellos tienen cabida en nuestro suelo y sus culturas e historia merecen nuestro más humilde respeto.
Sarlo era del PCR, nunca fue de izquierda.
ResponderEliminarLa línea revisionista es una interpretación conservadora de a Historia. Muy atada a la derecha más retrógrada de este país. Una mirada muy acrítica de Rosas y los caudllos provinciales (autoritarios y paternaistas, como algunos de los actuales mandatarios provinciales)y un elogio del paternalismo político. Con un toque plebeyo y popular, pero sempre subordinado a los intereses de las oligarquías dominantes.
ResponderEliminarNo es un nacionalismo popular. Para nada.
No es el mejor relato para adoptar en esta etapa histórica. El kirchnerismo debe hacer una interpretación menos conservadora de la Historia y donde las masas populares tengan otro protagonismo, mucho más decisivo.
No hay historia "objetiva", pero tampoco es todo lo mismo. Reducir una práctica disciplinar profesional (otro día discutimos si científica) a una cuestión de opinión, o de postura ideológica es vaciarla. No vale lo mismo una columna de Hanglin sobre lo copada que fue la conquista del desierto que el laburo de 15 años de Diana Lenton mostrando los mecanismos del genocidio con fuentes contrastables y una construcción teórico metodológica explícita y reflexiva.
ResponderEliminarEl sesgo en cualquier práctica intelectual es una obviedad y nadie descubrió la pólvora con eso. Pero cuando no se puede salir de señalar que ese sesgo existe a uno le queda la sensación que la idea es convertir en puré todo trabajo intelectual. Para qué pelarse 6 horas por día meses o años leyendo documentos si la relevancia de un laburo histórico estribaría solo en bancar al héroe bueno contra los villanos mitristas.
Guido: entiendo tu postura y creo que en efecto, hay historias que no se sostienen con documentación e investigación sino con mitos. Pero también las diversas posturas tienen que ser representadas, escuchadas y debatidas, pues de otra forma caemos en la censura. Entiendo que muchos critican la historia escrita por Mitre sin haberlo leído. También consideran verdadero el Plan de Operaciones de Moreno sin haberlo estudiado. Por eso creo que es necesario un mayor conocimiento de nuestra historia y contrastar sus diferentes vertientes. Toda historia narrada refleja las ideas del narrador en el presente.
ResponderEliminarLa polémica sigue con diversos artículos de hoy en el diario La Nación. Pretende preservar la hegemonía de su visión histórica.
ResponderEliminarPablo, pero la historia de Mitre y Levene hace décadas que dejó de ser hegemónica. No es la de Gelman, Chiaramonte, Sábato, etc. por nombrar a algunos capangas de la historiografía contemporánea sobre el siglo XIX. Hay mil cosas para discutirles (seguro), pero arrancar atacando aquello que NO dicen no parece el mejor camino.
ResponderEliminarsaludos
Guido: como decís, es evidente que hay diferentes interpretaciones de la historia. Creo que son todas discutibles. Eso es bueno. El intercambio de diferentes visiones.
ResponderEliminarJustamente, mi tesis de maestría fue: "Nación, identidad e independencia, en Mitre, Levene y Chiaramonte". Es decir, tres visiones diferentes de nuestra historia.
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