miércoles, 5 de octubre de 2011

Sí al aborto: “Queremos decidir nuestra maternidad”


ALUMNA ABORTADA POR SU ESCUELA / EMBARAZO QUE NADIE QUIERE / ABANDONAMOS A LOS ADOLESCENTES / DERECHOS HUMANOS Y CONCIENCIA PERSONAL
Por Liliana Mizrahi
Dibujo de Sergio Lánger

Mientras me lavaban el cabello en la peluquería, a mi derecha, otra mujer también se lavaba. La joven que lo hacía le preguntó:

“¿Cómo le fue a su hija en el viaje de egresados?”
“¡Ah! muy bien muy bien, se divirtieron muchísimo y la pasaron muy bien. Lástima que la mejor amiga de mi hija, volvió embarazada, pobrecita, 17 años, imaginate 5to año y empezó con pérdidas, la chica… Me cuenta mi hija, que lo único que dice es: “¡te juro que no sabía, no sabía!” y resulta que la chica no lo quiere tener por nada del mundo. Empieza con pérdidas. Llaman de la escuela para saber qué pasa que está faltando, no sé quién de la familia dice lo que pasa: está embarazada, en cama y con pérdidas. De la escuela, le dicen a la familia que es mejor para todos que retiren a la alumna, porque igual se va a quedar libre y además, es un mal ejemplo, que ellos no quieren tener en la escuela. La familia entiende y acepta ¿vos sabés lo que le va a costar hacer 5to de nuevo?”

La escuela aborta a la joven estudiante y la familia comulga.

En ese momento se me subió la espuma a la cabeza y le dije: “disculpe que me meta, estaba escuchando… pero quiero decirle que la escuela no puede despedirla, la ley la protege.” La señora me mira de reojo y me dice: “Señora es un colegio católico de San Isidro, es el ¡Santa xxx! y la familia de la chica estuvo de acuerdo con el colegio.”

La chica está sola, abandonada por todos lados y por todos aquellos en los que confió, aislada por mala conducta, estigmatizada por ser un mal ejemplo y no cuenta ni con su novio al que obligaron a dejarla. Nadie, pobrecita.

Pensé que convenía callarme, no era ni el lugar ni el momento, igual pregunté:

“¿La chica no quiere tenerlo?” “No… no…, de ninguna manera, no quiere y no quiere, pierde 5to año, el novio la dejó, pero su propia familia tampoco quiere tenerlo, sin embargo le exige conservar el embarazo.” “¿Y la chica qué hace?” “Nada, está dentro de su casa, no sale.” “¿Y el chico que la embarazó?” “Ah! Parece que la familia del chico, que también está en 5to año, se acercó a la familia de la chica y les dijeron que ellos podían contribuir con dinero, pero que de ninguna manera querían que a los 17 años su hijo fuera padre.”

Pensé, nadie lo quiere, todos lo abortan a su manera y como pueden. Un embarazo que nadie quiere: ni la madre, ni el padre, ni la familia de los que serán o serían sus abuelos, ni la escuela católica de San Isidro, una realidad que les da vergüenza a todos. Un tema que no se discute, se cuchichea. Una niña cuyo deseo no se escucha y se volatiliza. Una escuela que aborta a su alumna por mala. Una “familia paterna” que ofrece dinero ¿para qué será? mientras aborta a la chica con el embrión adentro, aunque sea su nieto. Un varón al que la familia le enseña: vos eyaculá y andate, no tenés nada más que ver. Perdón ¿la compasión cristiana dónde está?
Estoy buscando “el buen ejemplo” y no lo encuentro por ningún lado. ¿Y el “mal ejemplo”? Sí lo veo, en los adultos, en las familias. En sus instituciones dogmáticas percibo crueldad, falta de amor y de comprensión, rigidez, hipocresía, ajenidad. Falta de sensibilidad.

El grado de hipocresía en sangre de nuestra sociedad es muy alto. Podemos naufragar en la doble moral en la que chapoteamos. Nos atiborramos de mentiras y nos intoxicamos convencidos que estamos en lo cierto. No vemos la urgencia. Nos hacemos los distraídos. Hablamos de una prevención que no se concreta nunca. En la práctica real se abandona a los adolescentes. No los educamos para una sexualidad adulta. No los escuchamos, no los acompañamos, no legitimamos sus deseos y sí, sus caprichos.

Quizás, si esta jovencita de San Isidro hubiera podido quedarse en la escuela, hubiera sido una buena oportunidad para dar clase sobre los embarazos accidentales, las madres y padres adolescentes, la responsabilidad de los varones, el uso de anticonceptivos, desculpabilizar a las mujeres y varones, porque los embarazos accidentales van a continuar, es así de intempestiva la fisiología femenina, hablar de la libertad para decidir las maternidades, la libertad de planificar los hijos. O sea, sacarlos de la dura intemperie de la realidad que les toca, abrazarlos y escucharlos. No me parece que el mundo de los adultos padres, madres, escuela, maestros, familia del varón que embaraza, familia de la joven que no quiere ese embarazo, me parece que no dan un buen ejemplo, al menos no de compasión, ni de empatía, ni de cuestionamiento de la realidad, ni de sinceramiento. Son obedientes a dogmas ancestrales sin detenerse a meditar qué le hacen a la vida de esos jóvenes adolescentes que además, son sus hijos.

Las mujeres necesitamos recuperar nuestra libertad para decidir nuestras maternidades. Libertad y derecho humano que nos usurparon. No queremos quedar condenadas a la clandestinidad ni morir en ella. Nuestra libertad para decidir nuestras maternidades es un derecho humano y un tema de conciencia personal.

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