lunes, 11 de junio de 2012

Cómo no diferenciar al que compra 200 dólares y a una multinacional


TODOS EN LA MISMA BOLSA


Dólar “casa” y dólar “fuga”


Por Ricardo Aronskind
“…El contexto internacional es más inquietante que en 2009, y son bienvenidas todas las medidas regulatorias que se tomen para garantizar que, a diferencia de los ’90, los traspiés de la economía mundial no terminen –vía sector externo– generando derrumbes. Una política abarcativa en materia cambiaria debería separar con mucha claridad la paja del trigo. No deben ser tratadas de la misma forma la demanda de dólares para ahorro –por parte de la mayoría de los compradores–, que la demanda de dólares para especulación o fuga, liderada por sectores concentrados o de altos ingresos.
La especulación o la fuga son males económicos endémicos que deben ser combatidos. Lo que implica que el Estado no aporte un solo dólar que contribuya a estas prácticas predatorias. Mientras que el ahorro es una actividad digna, que forma parte de la laboriosa estrategia de millones de ir construyendo pacientemente, a lo largo de muchos años, su futuro.
El Estado tiene un compromiso con estos millones de argentinos: suministrarles mecanismos adecuados para que ahorren, para que preserven el valor de sus ahorros, sin comprar dólares. ¿Cómo se hace? El país no carece de expertos financieros de primer nivel que pueden aportar su conocimiento, por fin, a una causa noble. Por ejemplo, que estén disponibles títulos públicos de fácil acceso y liquidez, cuyo valor acompañe a través del tiempo el valor real de una vivienda promedio. Para separar definitivamente a la mayoría del lobby de los fugadores, especuladores y chantajistas cambiarios, hay que distinguir conceptualmente al “dólar casa” del “dólar fuga”: al primero hay que sustituirlo por instrumentos fiables que protejan prácticas legítimas de la sociedad, como el ahorro. En cuanto al segundo, el Estado no debe seguir siendo el que convalide la fuga de capitales, suministrando pasivamente valiosas divisas que son usadas como el vehículo de la desinversión sistemática y del despilfarro del producto nacional.
La coyuntura ha convergido con la estructura. El país necesita ponerse a resguardo de los efectos de la crisis mundial, y también resolver el viejo y serio problema de la fuga de capitales…”

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