Los economistas neoliberales insisten con más ajuste
Una mirada a Europa
Por Pablo A. Chami
Esta semana regresé de Europa. Una Europa en crisis. Estuve en Cataluña, La Costa Brava y Barcelona. La región más rica y progresista de España.
Conversé con mucha gente, amiga y desconocida y vi mucho, con el ojo acostumbrado a las crisis argentinas.
En la Costa Brava, de hermosas playas encerradas en pequeñas bahías, de un mar azul y transparente, todavía algo frío en junio. Estuvimos con amigos de vacaciones y vi como la crisis les impacta. Son de clase media acomodada, inteligentes, algunos periodistas. Vi dos actitudes, algunos ignoran la situación y no la quieren comentar, dicen: “no me preocuparé hasta que me toque”, y siguen de vacaciones y fiesta. Otros, preocupados por la situación, ven como sus rentas disminuyen. Tienen sus inmuebles de alquiler desocupados mientras que impuestos y gastos les carcomen sus ingresos. Conversando con los conductores de taxis, acusan un 30% de disminución en sus ingresos.
La crisis también se ve en la TV. Abundan los programas con debates económicos en los que sí se discute la crisis. Los entrevistados, en general economistas neoliberales, aconsejan más ajuste. Verlos me produjo angustia. Recuerdo los debates del 2001 en Argentina y la posterior debacle de 2002. Sostienen posiciones similares a las que muchos analistas de derecha siguen proponiendo hoy en los debates argentinos.
La crisis se ve en toda su magnitud en Barcelona. Decenas de locales vacíos ofrecidos en alquiler en las arterias más importantes. Enormes edificios de oficinas que despliegan enormes carteles de sus espacios en Alquiler. Negros de Senegal, manteros, ofreciendo vistosa mercadería de marcas afamadas, trucha, corridos por la policía, levantando sus bultos de un lugar y luego extendiéndolos en otro.
Algunas manifestaciones de protesta, cortes de calles, cacerolazos, pero sin la magnitud de los que tuvimos nosotros en 2001 y 2002.
Pocos turistas alemanes e ingleses y muchos de Rusia y otros países de la ex Unión Soviética. Rubios y sudorosos. Conversando con empleados de las grandes tiendas, me dicen que tienen recortes de personal y temen que los próximos en paro sean ellos.
Mujeres y varones que piden limosna en las calles. Y los cartoneros, que circulan con sus carritos de supermercado juntando metal y cartón. Y de noche, algunos revuelven la basura en busca de alimentos. Esto lo vi la semana pasada en Barcelona, la más próspera ciudad de España.
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