Por Gustavo Pallini
Periodismo sanguchero: dícese de la práctica por la que con el pretexto de festejar, por ejemplo, el lanzamiento de una campaña publicitaria, corporaciones o instituciones invitan periodistas, champagne y vituallas de por medio. Algunos (¿colegas?) sienten tanta gratificación por esa sensación de “pertenecer”, que en contraprestación, opinan lo que creen que sus anfitriones quieren escuchar, desde alguna emisora de radio o TV o columna dominical de algún medio denominado de "periodismo independiente".
Hay quienes basan toda su carrera en la participación en este tipo de ágapes, como los "cooptados por la embajada norteamericana" de los que hablaba wikileaks. Eso es tocar el cielo con las manos para un periodista sanguchero.
Otros, muy a su pesar, no llegan tan alto y sólo almuerzan cada tanto con algún gerente local de alguna multinacional, que les baja la consabida línea.
De cualquier forma, lo que iguala a unos y a otros, es la actitud deliberada de querer pertenecer a esta raza de mercaderes venales de la información.
¿Para cuándo el día del periodista sanguchero?
A mí me cooptó la embajada de África Subsahariana. Es lo mismo?
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