lunes, 31 de enero de 2011

La derecha critica por izquierda

LA NACIÓN, MACRI Y LOS GURÚES DE LA CITY PREOCUPADOS POR LA POBREZA

Por ALFREDO T. GARCÍA*
En los últimos tiempos resulta usual leer comentarios de prestigiosos economistas y políticos cuyas ideas económicas se orientan por la doctrina neoliberal, que objetan la evolución de la economía argentina. Dado que por sus limitantes ideológicos no les interesa juzgar, ni siquiera exponer, las excelentes rentabilidades que están exhibiendo las grandes empresas en nuestro país, centran sus críticas en los problemas sociales, en especial en los niveles de pobreza e indigencia que, según su visión, asuelan a la Argentina.

Causa sorpresa este enfoque, pues cuando arreciaba el modelo neoliberal en Argentina, poco se preocuparon por las heridas sociales que éste causaba, no sólo en el incremento de la pobreza y la indigencia, sino también en la aguda desocupación y exclusión social que generó, gran parte de ella proveniente de los masivos despidos de las empresas públicas como condición previa para privatizarlas.

Y de la sorpresa debe pasarse a la incredulidad, puesto que la propia lógica del programa neoliberal tiene como principal propósito el recorte del gasto público, y paralelamente a éste la reducción de los impuestos, en especial a las clases altas. Los planes recientemente aplicados en Grecia e Irlanda con agudos recortes de gastos y brutal amputación de las conquistas sociales, así como la presión del senado estadounidense para que el presidente Barak Obama prorrogue la reducción de impuestos a las altas rentas impuesta por George W. Bush, son ejemplos contundentes de políticas aplicadas siguiendo el dogma.

La pregunta aparece rápidamente, y es cómo puede reducirse la pobreza e indigencia si restamos recursos al Estado; bajo el paradigma ortodoxo, la única respuesta posible se encuentra a través del libre funcionamiento del mercado, sustentando la teoría del derrame. Si la economía crece libre, entonces ese crecimiento se derramará hacia todos los habitantes, una teoría cuya falsedad ya se ha comprobado; es la copa la que se agranda, y con ella la concentración de la economía en menos manos, y hacia allí van los recursos generados.

La Secretaria Ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, ha comentado en un reportaje reciente que «Argentina, junto con Brasil, Bolivia y Venezuela, son los países de la región que más redujeron la desigualdad y la pobreza. Eso es sin contemplar la Asignación Universal por Hijo; midiendo eso, los resultados son todavía mejores».

Sin duda hay que considerar que si bien América latina no es el continente más pobre, es el continente con mayor desigualdad en el ingreso, lo que indica que todavía hay mucho que mejorar.

También en nuestro país hay mucho por avanzar, el fuerte crecimiento económico de estos últimos años podría haber producido mejoras sustanciales en la distribución del ingreso, pero ello no sucedió. Mas aún, cuando se intentó avanzar con una medida muy progresiva como las retenciones móviles a las exportaciones de granos y oleaginosas, con devoluciones a los pequeños y medianos productores, se frenó con el «voto no positivo» y un Parlamento prácticamente dividido en dos.

Pero además, para lograr la reducción de la pobreza, hay que redistribuir, es decir, sacarle a los que más tienen para darle a los que menos tienen, y ello duele, especialmente a estos críticos que hoy se desgarran las vestiduras con la pobreza, y que recibieron con total naturalidad el «entre ustedes siempre habrá pobres» del ex presidente Carlos Menem, y que además votaron negativamente las retenciones móviles.

Las súper ganancias indican que el modelo sigue siendo inequitativo y el camino para mejorar este aspecto es su profundización, mayor intervención del Estado, más políticas distributivas, y no su cambio por otro, que no es cualquier otro, sino la cruda vuelta al modelo neoliberal.

No hay posibilidad de reducir la pobreza e indigencia si se vuelve al modelo de los 90; los críticos no lo dicen expresamente, porque les restaría votos, pero las medidas que impulsan, y se ha visto en el trabajo parlamentario del año pasado, desean instalar las medidas fundantes del modelo noventista. Y todos sabemos cómo funciona: alto desempleo y pobreza, y fuerte concentración de las ganancias.

*ECONOMISTA JEFE DEL BANCO CREDICOOP

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