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martes, 8 de marzo de 2011

¿Cuánto aportó el “relator del pueblo”?

“SON LA MITAD MÁS UNO, SON DE BOLIVIA Y PARAGUAY…”

Por Rubén Levenberg

Hace unas horas Puede Colaborar publicó un excelente análisis de Pablo Llonto acerca del uso de terminología discriminatoria en el periodismo deportivo. La escena de Malcom X que relata es inolvidable y debo decir que a partir de aquella película sentí la necesidad de modificar mucho mi propio lenguaje.
Pero parecería que la discriminación en el fútbol es cultural. Las agresiones contra Boca con términos que pretenden desvalorizar a alguien llamándolo “boliviano” o “paraguayo” – se replican en todas las hinchadas y en muchas de las disputas regionales. Y los boquenses se “defienden” utilizando los mismos términos.

Es sabido que jujeños y salteños tienen sus diferencias folklóricas como las de santiagueños y tucumanos, entre otras. ¿Qué término utilizan los salteños contra los jujeños? Que son más bolivianos que argentinos. Algo que debería ser un honor es utilizado para desvalorizar al otro.

En la hinchada de Vélez –mi hinchada- hay muchos bolivianos que pertenecen a la comunidad de comerciantes de la zona de Liniers, además de muchos paraguayos, una afición que aumentó gracias a la historia de José Luis Félix Chilavert en el club. Sin embargo, a la hora de agredir a los rivales, usan los mismos términos que las otras hinchadas. Más de un boliviano, que fue con la señora y los chicos portando la camiseta blanca con la V azul tuvo que sufrir ese bochorno.

A veces termino creyendo que si San Martín se despertara y escuchara a ciertos relatores o a los hinchas de fútbol se iría otra vez a Boulogne Sur Mer a preguntarse, “¿En qué me habré equivocado?”

domingo, 12 de septiembre de 2010

Cómo destruir una facultad y jugar a la revolución desde Barrio Norte


Por Rubén Levenberg


El 31 de agosto pasado el Centro de Estudiantes de Ciencias Sociales decidió tomar las tres sedes de la facultad. La razón es que todavía no se les responde al reclamo de que la facultad destine parte de su presupuesto a financiar a sus militantes en lugar de destinarlos a la enseñanza universitaria. También están "enojados" porque las autoridades de la facultad les reclamaron que cesaran con el uso ilegal del edificio, ya que los viernes y sábados lo subalquilan para fiestas privadas, parecidas a la del Teatro San Martín, pero con daños que obligan a las autoridades a hacer reparaciones y pagar multas por las denuncias de los vecinos, entre otras cosas.

La excusa -que es lo único que los medios publican- es que todavía no está terminado el edificio nuevo en el barrio de Constitución. No dicen que es un edificio construído con las mejores condiciones y que está en plena y avanzada construcción.

Además de impedir que se dicten clases -o presionar a los profesores para que lo hagan en la calle, con riesgo personal para alumnos y docentes y sin condiciones pedagógicas mínimas- el Centro de Estudiantes impidió que se realizaran concursos docentes -para que algunos ad-honorem tuvieran su renta- y otras actividades tanto o más importantes.

Ahora, para completar su campaña revolucionaria, forzaron una puerta del edificio nuevo para construir un bar. ¿Seguirán los medios de comunicación hablando de los "chicos" que reclaman por condiciones edilicias o por solidaridad con los estudiantes secundarios de la Ciudad de Buenos Aires? Todo es posible. Aquí va el comunicado con el que la facultad denuncia los daños que están produciendo.

Daños al nuevo edificio

Las autoridades de la Facultad de Ciencias Sociales desean denunciar que en el día de ayer, miércoles 8 de setiembre y en el marco de la toma de las sedes iniciada el 31 de agosto, un grupo de estudiantes, constituido en una supuesta comisión por el comedor, ocupó el aula 06 del nuevo edificio de Constitución para armar un bar.

El día jueves en las primeras horas de la tarde ingresaron a la sede una mesada, ladrillos y material para instalar dicho bar. Alrededor de las 19hs comenzaron a romper el baño de damas de la planta baja, realizando un boquete en la pared lindera entre el aula y el baño para “pinchar” la instalación de agua y llevar ese servicio hasta el espacio áulico antes mencionado. Resulta paradójico y lamentable que en el contexto de un conflicto que supone reclamos acerca de la infraestructura se esté destruyendo la sede en mejor estado de la Facultad. El Edificio del barrio de Constitución fue inaugurado en 2007 con la mudanza de la Carrera de Trabajo Social y allí se construye el edificio definitivo en tres etapas, la segunda de las cuales está próxima a finalizar.

Lamentamos enormemente, aunque no nos sorprende y lo venimos sosteniendo, el desprecio por el bien común y el patrimonio público. Instamos a los responsables de semejante ejercicio de violencia sobre el espacio de todos que desistan de sus acciones y llamamos a la comunidad toda a condenar este tipo de prácticas

miércoles, 30 de junio de 2010

Jueces alquilados: ¿quién paga más?

Por Rubén Levenberg

Jueces que viven en “countries” de propiedad de empresarios a los que favorecen con sus fallos, cámaras que apartan a jueces por investigar crímenes de Estado en lugar de perseguir a las víctimas. Los ejemplos son muchos y alguien podrá decir con razón que en toda profesión se cuecen habas, por usar un lugar común.

Pero las habas comienzan a oler mal cuando una ofensiva legislativa impulsa la reforma del Consejo de la Magistratura para que el control, que hoy está equilibrado, pase a manos del poder judicial. Sobre todo cuando la iniciativa aparece en un momento en el cual los jueces que no son afines a ciertos poderes económicos son recusados en los tribunales y en los medios, cuyas acusaciones son difundidas alegremente.

¿Será una mera casualidad o habrá comenzado una ofensiva para disciplinar a algunos jueces? Si los brotes neofascistas recuerdan en Bariloche que un buen enemigo es un enemigo muerto y el juez que investiga es apartado y denostado. Si algunos jueces se hacen los distraídos durante años hasta que son apartados y su reemplazante demuestra que las investigaciones no estaban demoradas sino que nunca se habían hecho, no es extraño que alguien quiera poner “orden” y que para ello busque un control más directo. Por ahora son síntomas, pero habrá que estar atentos.

sábado, 29 de mayo de 2010

¡Auxilio! Entre “la yegua”, Joaquín, Mirtha y el pobre Marx

Por Rubén Levenberg


Uno los ve venir, trata de eludirlos, pero no tiene la cintura de Nicolino Loche. Comienzan con un chiste que busca complicidad. O escuchan un relato sobre la importancia de no mezclar el agua caliente con la fría, o sobre la posición en la que debería jugar Messi en la selección. Del otro lado el cerebro está haciendo lo que en informática se llama “matcheo”, compara signos con los que están archivados en la base de datos para buscar una coincidencia y arrancar. Cuando aparece el “match”, comienzan con un comentario que tiene poco que ver: “si, a ver cuándo se va la mina esta” o “Messi juega mal en la selección porque desde que canal 7 le robó el fútbol a TyC está todo mal”. Uno pone cara de circunstancias y trata de esbozar un “aha, pero yo te decía que…”. No hay caso, el interlocutor no va a aceptar que haya alguien de clase media que no mire sus programas predilectos, que no insulte a la Presidenta y hasta que disfrute de sus discursos. No lo conciben y exigen que uno cambie, que se redima, como esos señores y señoras que los domingos tocan el timbre para explicar al pobre tipo que en lugar de tomar mate debería estar evangelizando a alguien para no ir al infierno.

El fenómeno es nuevo para quienes no vivieron el peronismo y sobre todo se experimenta en los sectores de clase media. Padres, hijos, hermanos, novios, esposos, amigos, colegas, vecinos, todos aquellos que comparten algún tipo de relación social sufren –o sufrimos- un síndrome de polarización política cuyo síntoma son las discusiones sin fin, o con fines no deseados. Algunos, por las dudas, dicen “yo no soy K, aunque lo de las AFJP me pareció bien”, pero no hay caso, el depredador se prendió a la víctima y no la va a soltar. Miente quien diga que no pasó por alguna de esas situaciones en las que se espera un insulto, o al menos un mea culpa, una auto-flagelación, de tal manera que algunas reuniones directamente se vuelven tediosas. Hay cierta necesidad de hablar mal de la Presidenta y del Gobierno y una reacción casi violenta cuando alguien se identifica como oficialista o como favorable a las medidas del Gobierno.

Después de dos años de vivir situaciones similares, la intuición, o el olfato profesional, comienzan a indicar que a pesar de la heterogeneidad de orígenes esas discusiones tienen un patrón común. Puestos a buscarlo entre peleas, desencuentros y otros problemas, finalmente surgen algunas hipótesis. Como toda clasificación, hay cierta arbitrariedad, pero vale la pena exponerlo para que en alguna carrera de Ciencias Sociales haya más temas para hacer tesis.

En la vida cotidiana uno se encuentra con críticas de orígenes diversos pero con un rasgo en común: La pretensión de universalidad y la imposición de reglas de juego unilaterales. Por un lado, al Gobierno lo critican los marxistas ortodoxos y los partidos y militantes de diversos grupos que se ubican a la izquierda de la izquierda del Gobierno. Allí es imposible discutir si las reglas son entre la propiedad colectiva de los medios de producción y de cambio y el peronismo en el poder. ¿Cómo explicarle a un teórico que tiene un sistema perfecto en su bolsillo izquierdo que los gobiernos son heterogéneos, que los fenómenos sociales y económicos son mucho más complejos que la simplificación que se ha hecho del pobre Carlos Marx? Imposible. Allí cabe otro consejo: Jamás se le ocurra recordar las amistades de unos de los grupos más fuertes con la Sociedad Rural ni al otro su defensa incondicional de los grupos mediáticos. Mejor cruzar la calle y hablar de otra cosa, si no es un pariente al que se le deba al menos un saludo amable.

Por el otro lado, los conservadores y neoliberales también tienen su manual. Es imposible defender frente a ellos a un Gobierno que tiene algún rasgo ligeramente defensor del rol del Estado en la economía, que termina con el robo de las AFJP, que renacionaliza empresas clave y que decide abrazarse con las Madres de Plaza de Mayo más que con algún militar desubicado. Ni siquiera se conforman con el veto por la conservación de los glaciares. Nada los conforma, como a ciertas empresas y ciertos países.

Finalmente hay un tercer grupo, que lo dejamos para el final porque es el más numeroso, el más difuso y tal vez el más complicado para los tercos que se resisten a la armonía familiar, social o de otros grupos. Son los temibles críticos que apuntan con el sentido común, tal vez el peor de los sentidos, por usar un lugar común. La pretensión es que ciertos fragmentos de su experiencia personal y sus charlas con el grupo social y los medios de comunicación se conviertan en leyes universales. Todo se generaliza. Sus fuentes son los programas de TV, algunas columnas de periodistas “prestigiosos”, los inefables taxistas y el vecino del 4º piso que se quedó sin trabajo. Como sus pensamientos son universales, obligan a que del otro lado también los argumentos estén dentro de sus reglas de juego. Todo intento por escapar será vano, cualquier intercambio será imposible.

Son tres categorías arbitrarias entre las cuales hay millones de opciones más o menos grises. En todos los casos, la pretensión de universalidad, el pensamiento totalizante y global convierten al crítico en un ansioso que circula por la vida a la búsqueda de una víctima que ose no insultar al Gobierno o que haya cometido el pecado de aceptar que algunas cosas están bien hechas, aunque Leuco, Castro, Morales Solá, Mirtha Legrand o el taxista ocasional digan lo contrario. El castigo será implacable y la víctima en cuestión tendrá que hacer como Melquiades y huir con elegancia.

martes, 11 de mayo de 2010

¿Duhalde, Carrió y De Narváez en 678?

Por Rubén Levenberg



Medios públicos, oficiales, gubernamentales, ¿de qué estamos hablando?

A partir de la lectura de la nota sobre María Julia Oliván en Puedecolaborar se me ocurrió volver a pensar –repensar, dirían ahora- acerca de una frase que aparece cada tanto en los medios, que Gerardo Yomal ha dicho muchas veces en El Tren y que la propia directora de radio Nacional, María Seoane, pronunció poco antes de asumir el cargo: “Hay que abrir los medios oficiales a la oposición”.

Digo que me interesa volver a pensar, porque siempre tuve posición tomada respecto al tema: No hay medios oficiales, hay medios públicos. Y aquí vale la pena refrescar un concepto hoy dejado de lado por nuestra izquierda, centroizquierda y/o progresismo: El Estado no debe ser subsidiario, o sea no tiene que hacer de bombero para cubrir aquello que la actividad privada no puede hacer porque no es rentable o porque la tasa de ganancia no es la que quieren. El Estado no tiene que hacer una TV para cubrir aquello que los otros no hacen, tiene que hacer una buena TV, una buena radio y, como en algunos lugares del mundo, buenos diarios.

También me interesa volver a pensar el tema porque no estoy demasiado seguro de que los medios públicos deban reproducir el equilibrio de fuerzas del Congreso, como si fueran un poder más del Estado. Cuando votamos legisladores, no elegimos periodistas en la TV pública, así como no elegimos jueces ni policías. ¿Habría que hacerlo? Es una cuestión a discutir.

Creo, en cambio, que los medios públicos deberían hacer buen periodismo, buen entretenimiento, difundir buena cultura. Si se hace buen periodismo, se tiene que consultar a todas las fuentes, sean oficialistas u opositoras.

Allí me tropiezo con otras dudas: ¿Los opositores quieren ser entrevistados en buenos programas periodísticos? Hemos visto y escuchado a los jefes de la oposición hablar despectivamente de los medios públicos. Los hemos visto y escuchado negarse a hablar con los medios públicos. Los hemos visto y escuchado, cuando finalmente algunos de ellos aceptan una entrevista, enojarse y cortar el teléfono o levantarse ante la primera repregunta.

En una red de conglomerados mediáticos en los que se practica una tremenda reducción de los espacios de libertad, con periodistas que terminan aceptando decir y firmar cualquier cosa para conservar su trabajo –actitud que uno jamás se animaría a cuestionar- la repregunta ya no se usa, no existe. Hacen preguntas con respuesta incluida, con un pie para que el entrevistado diga lo que quiere decir. Así funciona hoy el periodismo “independiente”. La vieja pregunta “¿se siente realizado?” con la cual se ridiculizaba hace muchos años a las estrellitas de TV que la jugaban de periodistas, hoy se ha convertido en la única pregunta posible. Los manuales de estilo de los diarios parecen escritos con letra invisible, ya no se leen y mucho menos se respetan.

Es cierto, es un fenómeno que no es estrictamente argentino. Cualquiera que se tome el trabajo de leer el diario El País de Madrid con el manual de Estilo del El País en la mano, se puede hacer un picnic con la reducción al absurdo de la ética profesional y empresarial que aparece.

¿Cuál sería la salida? ¿Abrir espacios en la TV pública para que los jefes opositores armen sus programas en los que les pregunten lo que quieren decir y no les repregunten? ¿No se parecerían demasiado a los medios que ya existen en la esfera privada? Las preguntas son muchas, pero no estoy seguro de que la salida sea lotear espacios para que los que ya tienen el 80 por ciento de los medios a su disposición, también tengan parte de los medios públicos. Me parece un lindo tema para seguir debatiendo.

lunes, 19 de abril de 2010

Marea humana se moviliza. ¿Qué está pasando?


24 de marzo, ley de medios: un sector de gente se moviliza (foto de Manuel Yomal)

Por Gerardo Yomal

Me pidieron de radio Cooperativa que coconduzca con Pablo Caruso un programa especial a propósito de la marcha desde el Congreso hasta Tribunales para pedir que se destrabe el bloqueo judicial a la ley de medios.

Estábamos ubicados en Plaza de Lavalle detrás del palco junto a Radio Nacional y la Radio de las Madres. No veíamos a los que se movilizaban pero sentíamos los bombos sobre nuestros oídos.

Transmitimos desde las 16 hasta las 19 horas, hicimos comentarios, reporteamos a políticos, sindicalistas, especialistas en comunicación, colegas, etc. pero no teníamos en forma personal el contacto con la gente que se movilizaba. Nuestros cronistas y movileros sí nos daban el clima: todos coincidían en que había mucha gente.

Una vez que terminó la transmisión fui al estudio de la radio porque a las 20 comenzaba “El Tren”.

La cuestión es que nunca pude palpar por mí mismo cómo había sido la movilización.

Para eso en vez de recurrir a los diarios opté por periodistas y blogueros a los que les doy credibilidad.

En el Blog del ingeniero el colega Teodoro Boot afirmaba que “… fueron decenas de miles, hasta la centena capaz, aunque eso nunca se sabe ni sabrá porque resulta imposible estimar sensatamente el número de una multitud que se niega a estarse quieta, ni siquiera durante tres horas veinte, que es lo que los organismos oficiales especializados demorarían en contarlos con exactitud, insistiendo en cambio en caminar, gritar, cantar, bufar, pedorrearse y todas las cosas desagradables que suelen hacer las multitudes…”

En el mismo sentido el periodista Rubén Levenberg escribía que “…la primera sorpresa fue la masividad. Desde adelante hacia atrás era más fácil percibir la magnitud de la marcha. Cuando la cabecera cruzaba Corrientes por Callao, comencé a caminar hacia el Congreso. Pasé Sarmiento, Perón, Mitre y llegué a la esquina del viejo Molino. Ahí la marcha se abría unos 150 metros por Rivadavia, pero el grueso seguía por Entre Ríos unos 200 metros. Y la gente no paraba de llegar.

La marea caminaba hacia Tribunales, cada uno estaba en lo suyo y todos en lo mismo.

Si me remito a los viejos tiempos en los que tenía que cubrir marchas estudiantiles, creo que con 50.000 me quedo corto, muy corto…”

Entonces mis fuentes confiables me confirmaban que había sido una marcha masiva.

Yo justamente escribía en este blog una nota titulada La vida por Cris y la fugazetta diciendo que "algo raro estaba pasando" en relación a otra movilización convocada entre otros por el Facebook de 678. (http://puedecolaborar.blogspot.com/2010/04/la-vida-por-cris-y-la-fugazzeta.html). Hace seis meses atrás no era común ver gente que se movilice apoyando algún aspecto de la política gubernamental y que además lo muestre, lo exprese.

El sociólogo Artemio López explicaba este mecanismo utilizando la categoría de “la espiral del silencio”. Evidentemente algo se ha quebrado de esa espiral. Y hay un sector de la población que meses atrás estaba retraída. Hoy no tiene vergüenza ni se siente tan en soledad y puede salir a la calle para defender la ley de medios y otras medidas positivas impulsadas por el gobierno. No significa en algunos casos que se pongan la camiseta kirchnerista. Sí que está dispuesta a poner el cuerpo y la palabra para defender lo que le parece justo. Más de 50 mil personas en la calle están indicando algo. Hay que tomar nota. No es moco de pavo.

lunes, 12 de abril de 2010

¿Hay que debatir el origen de las fortunas de algunos precandidatos y periodistas?



“El diablo” De Narváez, en fiesta de disfraces.

Por Rubén Levenberg*

Como todos sabemos –o deberíamos saber- la Constitución Nacional fue modificada en 1994. Es casi una verdad de perogrullo, pero vale la pena aclararlo: no sólo deben respetarla los funcionarios del Estado, sino también los particulares. El recuerdo apareció durante una noche apacible de un domingo más apacible aún, en el que nos pusimos a leer algunas páginas de un libro publicado por la Universidad Nacional de Jujuy en 2006 y escrito por el periodista y docente Iván Gustavo Lello: “Fronteras de la libertad de prensa, aspectos normativos, jurisprudenciales y deontológicos”.
En la página 28 de su libro, el autor recuerda que la reforma constitucional de 1994 incorporó en su capítulo II innovaciones en lo referido a derechos y garantías. El artículo 38, titulado “La información política” dice: “Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático. Su creación y el ejercicio de sus actividades son libres dentro del respeto a esta Constitución, la que garantiza (…) el acceso a la información pública y la difusión de sus ideas. Los partidos políticos deberán dar publicidad del origen y destino de sus fondos y patrimonio”. Dice el autor respecto del artículo 38 que “Esta es una norma que reafirma el derecho a la información en la democracia, avanzando en el reconocimiento a los partidos políticos de su facultad para dar a conocer sus propuestas e ideologías, materia sustancial en un sistema representativo y para la participación ciudadana en los asuntos de interés común”.
Pero, al mismo tiempo, destaca que en el mismo artículo, “los convencionales determinaron el deber de rendición de cuentas en el sentido liberal de la expresión, ya que los ciudadanos deben conocer el origen de los recursos partidarios y de la finalidad de los mismos, transparentando los mecanismos de financiamiento de las estructuras político participativas”.
En momentos en los cuales un pre-candidato colombiano que se propone ser presidente de la Argentina ejerce el cargo de diputado de la Nación gracias a un éxito electoral obtenido con el uso de fondos de origen desconocido y mediante la manipulación de medios de comunicación propios, vale la pena recordar la letra de la Constitución. Pero, además, también hay que señalar que el origen de los fondos no puede ser una cuestión personal sino institucional, debe ser informada oficialmente. Para que ello ocurra, tiene que haber partidos políticos institucionalizados, que no sean globos de ensayo de un millonario sino estructuras que reflejen un punto de vista de algún sector de la sociedad acerca de los asuntos del Estado y del gobierno. La nueva Ley que rige a los partidos políticos tiene sus restricciones y ha sido criticada, en algunos casos con cierto grado de razón, pero su filosofía es coherente con la Constitución vigente. Si la ley que rige a los partidos políticos les exige una estructura mínima, la “ley de leyes” les exige que informen de dónde salen los dineros que les permiten funcionar y presentarse a elecciones. Una forma de transparencia a la cual debería darse mayor importancia.
Por último, aunque la Constitución no lo menciona ni lo toma en cuenta, sería al menos la buena acción del día que algunos periodistas, súbitamente convertidos en millonarios, también dijeran públicamente cuál es el origen de sus fortunas. Una cosa es la declaración ante la AFIP y otra es el derecho de los ciudadanos a saber quién es el que comunica y desde dónde comunica. Es un tema crucial para la democracia, un asunto que, lejos de ser ignorado, como muchos pretenden, debería ser debatido públicamente.

*Director de www.prensayetica.blogspot.com

jueves, 8 de abril de 2010

Papaleo "comunista" y "chavista" ¡Qué miedo que me da...!




Por Rubén Levenberg*

Radiodifusión: La ley siempre postergada

En 1987 surgió una ONG llamada Centro de Estudios para el Debate sobre la Nueva Argentina (CEDNA), vinculada directamente a los entonces senadores radicales Antonio Nápoli y Ricardo Laferriere. Este último, proveniente de Entre Ríos, fue quien presentó un proyecto de ley sobre el derecho a réplica, que no sólo sus colegas se negaron a tratar, sino que le valió ser borrado de los medios, hasta el punto que desapareció de la política nacional. El CEDNA organizó entre otras actividades una que se llamaba “Los medios de comunicación en la transición democrática”. A casi 14 años, los temas siguen vigentes y, casi, diría que estamos peor.

Aquí va la exposición del peronista Osvaldo Papaleo, hoy en danza porque fuera el abogado de los Graiver durante el proceso en el que la dictadura les expropió Papel Prensa para repartirla entre los amigos. Pero aquí Papaleo habla de la Ley de Radiodifusión, la TV estatal y la relación entre medios y autonomía. No es el discurso completo y lo resaltado en negrita es obra mía. Que lo disfruten.
El tema hace a la raíz de los medios de comunicación, una ley de radiodifusión tiene que ir acompañada por un concepto de país, por un concepto de radiodifusión y de sociedad a la que se aspira.

En los medios está en disputa el 50 por ciento del poder real que existe sobre la opinión pública y el modo de influenciar a una sociedad, los valores y opiniones del conjunto de las personas que las integran. Por eso es que siempre se demora en legislar. La intención de la ley de radiodifusión siempre ha sido legislar sobre la distribución de potencias, ubicación de las emisoras en el dial, etc., pero nadie debe desconocer que detrás de ello hay una profunda disputa ideológica.

La ley que dictó el Proceso (1981) hablaba de interés público, para nosotros se trata de un servicio público. La diferencia no es semántica, es política: el que dice interés público relativiza la función del Estado como contralor de los medios de comunicación. Yo creo que una ley debe contemplar primero una enorme participación del Estado y de las sociedades intermedias en lo que significa el manejo de los medios. Aquí se entregó y se siguen entregando los medios a manos irresponsables que buscan sólo el lucro. La ley del Proceso, que hablaba mucho del país y la patria, escondía la realidad de un proyecto de dominación. La liberación nacional pasa ahora fundamentalmente por dominar los medios de comunicación, no existe ningún país periférico que no trate de controlar sus propios medios de comunicación si quiere liberarse; y no hay país dominado que no haya entregado sus medios.

La liberación nacional y los medios de difusión están muy ligados, hasta una cuestión como el sistema de color para la TV lleva implícita esa ligazón. Detrás de ella está la definición de un tipo de tecnología y la vinculación con los países que producen esa tecnología. No en vano Latinoamérica –excepto Brasil y la Argentina- tiene el sistema NTSC de los norteamericanos. Brasil y Argentina fueron a buscar a Europa el sistema de color, en su momento fue una definición política que no parecía trascendente, pero que afectaba a muchos intereses.

Cuando se plantea que la TV o la radio deben ser privadas, no se tiene en cuenta que no es lo mismo que producir aluminio por ejemplo: el aluminio es una opción posible dentro del consumo; pero cuando licitamos medios de comunicación, estamos poniendo a su servicio 30 millones de almas. Entonces, el tema se tiene que tratar en forma mucho más seria que otras áreas, incluyendo la económica.

Me atrevería a decir que los países serios tienen TV estatal o con cierto control; los países que producen basura tienen en cambio un sistema absolutamente privatista. Podemos hacer una comprobación rápida: EE.UU tiene una producción totalmente violenta y consumista. Aquí los que viven defendiendo la TV privada critican el nivel del medio actualmente y recurren a producciones del exterior, pero no dicen que “Anillos de oro” es fruto de la TV estatal española, hecha en un sistema sin competencia, con tiempo y apoyo para producir. Si acá privatizáramos todo, ¿qué se haría? ¿Cuatro canales iguales que el 9? (N de la R: Por entonces, manejado por Alejandro Romay)

La verdad es que la televisión privada lleva en sí misma la contradicción que la hace entrar en conflicto con la sociedad o con el proyecto social de país, desde que conlleva el consumismo, la competencia y las ofertas imposibles de alcanzar para la mayoría. Cuando se habla de TV, los publicistas se hacen a un lado, pero son los principales culpables porque las tandas comerciales –aunque mejor hechas- son mucho más violentas y llenas de golpes bajos que la programación en sí. (…)

Soy contrario a las mediciones: si le preguntáramos a los chicos si quieren ir a la escuela contestarían que no, entonces ¿qué hacemos, eliminamos la escuela? Claro, en estos temas, educación o salud, empezamos a poner límites, pero también hay que ponerlos en materia de comunicación que es una forma importantísima de educación. No me importa que los diarios sean privados, porque en última instancia hay de por medio una decisión personal en ir a comprarlos, pero la TV es algo que está en mi casa sin esfuerzo y sin pedir permiso. (…)

Yo no comparto las ideas del partido gobernante (N. de la R.: gobernaba Raúl Alfonsín), pero lo peor que nos puede pasar a peronistas y radicales es que los medios de comunicación estén en manos del enemigo. No podemos hacer una legislación tan amplia y entregarles los medios, nuestra responsabilidad reside en ello. Sin embargo, la ley pasa siempre para el otro año, las corporaciones tienen medios para presionar, entonces no se trata la ley de radiodifusión. Por lo menos en el mensaje del 1º de mayo no se habló del tema, así que no tengo motivos para esperar que se trate en este período de sesiones.



** Director de www.prensayetica.blogspot.com/

miércoles, 7 de abril de 2010

Cómo hacer un medio periodístico "kósher"


Ingredientes: dinerillos oscuros, "lavados", jueces, countries y aprietes...

Por Rubén Levenberg*


Los despidos y don Dinero
Navegaba por Internet con el objetivo de entender un poco mejor quiénes son los dueños del Grupo Uno -que en Rosario despide trabajadores de prensa y se rie de las conciliaciones obligatorias- cuando me encontré con una vieja nota de Mariano Obarrio, el periodista de La Nación. Se me ocurrió que valía la pena reproducirla y para eso está el vínculo que agregué.

Para quienes hacíamos periodismo allá por los años 80, más precisamente en el 82, época en la cual los centros de estudiantes se preparaban para el retorno a la democracia, un militante mendocino vestido con un traje pensado para alguien más flaco, con menos traste y mejor plantado que él, mezclado entre los cánticos estudiantiles trataba de hacerse de amigos periodistas. El mundo de la política estaba por parir una estrella y el mendocino respondía a todos los requerimientos básicos para cubrir uno de los puestos vacantes: Mucha simpatía y pocos escrúpulos. Entre sus compañeros peronistas, el jóven José Luis Manzano era uno más de los influyentes que se acercaba a la renovación para enganchar algún sueldo oficial. Era un producto de la clase media mendocina, pero no la que levanta la nariz como un ganso sino la que se esfuerza por manterner cierto statu-quo trabajando. La familia, no el retoño.

No creo que haga falta contar cómo llegó de militante a ministro de Carlos Saúl el Riojano. Diremos, simplemente, que siguió un derrotero parecido al de otros dos adalides de lo que luego sería la "cafieradora", organización liderada por Antonio Cafiero que tenía el objetivo de renovar al peronismo. O al menos era lo que decían Carlos Grosso; futuro intendente de la Ciudad de Buenos Aires; José de la Sota, futuro gobernador cordobés y el propio Manzano, quienes fueron las caras visibles del patriarca de la familia Cafiero. Tras la derrota, en 1989, y mientras su adversario comenzaba a festejar el triunfo en la interna, De la Sota, Grosso y Manzano comenzaban a jugar con el líder triunfante. Fue un salto mortal que el mejor trapecista del mejor de los circos hubiera envidiado.

De allí en más, justamente el cubano exiliado Más Canosa -fallecido hace tiempo- sirvió de contacto para que algunos dinerillos de origen poco claro terminaran invertidos en medios de comunicación y otros negocios, en asociación con la familia Vila, dueña del diario Uno, que luego pasó a ser el Grupo Uno. Abundan las historias que circulan acerca de cómo se construyó el grupo, pero no nos interesan los chismes.

A cambio, invito a los lectores a un ejercicio de imaginación que bien podría aplicarse a una docena de casos más o menos importantes en la Argentina y en el mundo. No al de Vila-Manzano-Mas Canosa, claro, que la lengua se nos haga a un lado: El señor A le ofrece dinero al señor B para que le venda sus acciones en un diario o en un canal de TV. El señor B dice que si, porque el precio es tentador. Se firma la operación y el señor A se hace cargo del diario. Luego viola el contrato y no paga un centavo a B. El señor B intenta protestar ante la justicia, pero justamente a través del diario o el canal adquirido se inicia una campaña en su contra. Fotos trucadas, campañas con información falsa, seguimientos, etc. El resultado, el antiguo dueño del diario o el canal se tiene que resignar a perder todo, antes que perderse a si mismo y a su familia. Algo parecido podría ocurrir si el dueño de un canal de TV no quiere vender.

Jueces que tienen casa en un country que pertenece al monstruo mediático, policías bravas que se llevan mejor con los jueces que con la Justicia, campañas contra adversarios económicos, lazos con personajes non-sanctos del exilio cubano (por no decir narcos, que suena feo) y aprietes varios son ya muy conocidos.

En dichas manos queda ahora parte del poder mediático, que comparten con el grupo Clarín. Porque a pesar de que se sigue utilizando el término "monopolio" para describir la concentración de poder mediático que estos empresarios o pinches devenidos en tales fueron juntando en pocos años, el término correcto es "oligopolio". Sea cual sea el nombre, queda claro que hay una furia notable entre quienes están acostumbrados a ganar sus peleas mediante recursos mafiosos. Contra todo un gobierno no es tan fácil, aunque una jueza alojada en un country del grupo y una cámara que simpatiza con el grupo por sus ideas nostálgicas acerca de la última dictadura militar hayan logrado suspender la aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales.

A veces vale la pena agudizar un poco la memoria. Bastaría con leer la nota de Mariano Obarrio para descomponerse un poco. Como seguramente se habrán descompuesto los señores "B" que sucumbieron ante uno de los oligopolios. ¿Se hará justicia alguna vez?

Postdata: Para evitar los malos usos de la terminología económica, aquí van dos definiciones necesarias para el momento. De nada.

Monopolio: Situación de mercado en que la oferta de un producto se reduce a un solo vendedor.

Oligopolio: Concentración de la oferta de un sector industrial o comercial en un reducido número de empresas.

miércoles, 17 de marzo de 2010

El periodismo de investigación que no investiga



por Ruben Levenberg

La discusión entre Víctor Hugo Morales y Luis Majul durante la presentación de un libro desató una serie de opiniones acerca de un tema delicado para quienes estudian los medios desde la perspectiva académica: El periodismo de investigación. Dejaremos de lado la polémica entre Morales y Majul, que caprichosamente algunos intolerantes quisieron ver como una polémica entre kirchnerismo y antikirchnerismo. Detrás de ello había un problema más importante, que Víctor Hugo intentó dejar sentado: ¿Cuándo se justifica hablar de “periodismo de investigación”?

En la Argentina se utilizan categorías que en el resto de los países hispano parlantes tienen otros significados. Aquí se habla de “reportaje” cuando en el resto del mundo se dice “entrevista”. Al mismo tiempo, los españoles denominan “reportaje” a un informe profundo sobre un tema determinado.

Hasta allí, las diferencias se refieren a las nomenclaturas, que muchas veces llevan a la confusión. Pero hay otra categoría, la del periodismo de investigación, que es más problemática aún, porque en la Argentina se confunde el informe profundo con el periodismo de investigación o, como dirían los españoles, el reportaje con la investigación. Hay muchas definiciones de periodismo de investigación, pero todas comparten tres ideas básicas:
a.- Tiene que ocuparse de un problema de relevancia social.
b.- Tiene que ser un tema original, que no se refiera a lo que otros han investigado.
c.- Se trata de descubrir algo que alguien quiere que permanezca oculto.

Si bien, como diría Gabriel García Márquez, “todo el periodismo debería ser de investigación”, diremos que la diferencia entre quienes investigan y quienes ejercen el periodismo que no es de investigación es que unos buscan descubrir lo que alguien quiere ocultar y otros buscan algo que puede estar oculto o a la vista, pero que nadie se ocupa de ocultar voluntariamente. En su libro “El Periódico, actor político”, Héctor Borrat señala, además de los tres aspectos marcados, otras condiciones. Entre ellas, que lo oculto que se investiga, para ser revelado, se busque siempre en un terreno diferente al de los objetivos e intereses del propio periódico en el cual se publica. Si se aplicara la regla a la mayor parte de lo que en la Argentina se suele denominar hoy en día como periodismo de investigación, tal vez ningún texto pasaría la prueba.

Un periodista puede hacer notas, relevamientos, entrevistas y cruce de información sobre la miseria en algún lugar de la Argentina. Eso es un “reportaje” a la española o un informe especial (un informe profundo). Si se encuentra con que hay funcionarios que intentan evitar que se conozca la situación sanitaria, habitacional o educativa del barrio; si el barrio está en una situación miserable pese a que dos años antes se instaló una compañía minera que prometió emplear a los habitantes del lugar; si no tienen provisión de agua pese a que el Intendente recibió subsidios de la Provincia para resolver el problema; seguramente el informe se convertirá en una investigación. Pero en tal caso, el periodista tendrá que tomar otros recaudos e interpelar a las fuentes desde otro lugar, porque se enfrentará con quienes quieren que la información permanezca oculta: La empresa minera o el Intendente, en los ejemplos hipotéticos mencionados.

El periodismo de investigación tiene otras reglas y si bien comparte rutinas con otros géneros del periodismo, tiene sus propias rutinas adicionales, en general heredadas de la investigación en Ciencias Sociales. Estas rutinas adicionales apuntan a cuestionar su propia percepción y a sus propias fuentes, hacer un relevamiento cuidadoso de las fuentes primarias y a utilizar los hallazgos como simples disparadores de nuevas preguntas en lugar de convertirlas inmediatamente en respuestas. Estas técnicas tienen su costo en horas-periodista y los resultados finales de la investigación pueden ser un fracaso. En suma: La investigación puede tener un resultado cero, lo cual hace que sean pocas o ninguna las empresas periodísticas que tienen equipos de investigación. Es sabido que en tiempos de ajuste permanente, como ocurre en el periodismo argentino más allá de lo que pase en el resto de la sociedad, se prioriza la eficiencia por encima de la eficacia. No importa qué se averigüe, si se lo hace a costo cero.

En la Argentina abundan, eso sí, especialistas en informes profundos o, en algunos casos, periodistas que toman un documento o declaración off the record de alguna fuente y sobre esa base elaboran una nota a la cual sus editores, para capitalizar el trabajo (léase: inversión) o jerarquizar una operación de prensa, ubicarán en la categoría de “investigación”, un término simpático que resulta más atractivo si se le adiciona el adjetivo “exclusiva”.

Es un tema para debatir, porque si las operaciones de prensa se disfrazan de investigación o los informes profundos se convierten mágicamente en notas de investigación, no sólo se prostituye el género sino que se engaña al público, supuestamente el destinatario del trabajo periodístico