
Por Silvia Valerga
En Septiembre pasado en la Ciudad de Buenos Aires ocurrieron muchas cosas. Se cayó el entrepiso del local bailable Beara de Palermo, ocasionando 2 muertes y 30 heridos, donde se le atribuye alguna responsabilidad a la Municipalidad por descuidos en la habilitación. Por otra parte las escuelas secundarias fueron tomados por los estudiantes que reclamaban la ejecución del presupuesto de educación, ya que a esa altura del año solo había sido utilizado el 15 %, las escuelas estaban en muy malas condiciones y el Gobierno no tenía plata porque desvió todos los fondos de Educación y Salud a Obras Públicas, para pagar a sus amigos-socios los asfaltos y las veredas.
Mientras tanto el Jefe de Gobierno, Mauricio Macri estaba disfrutando de la fiesta del tango en Paris con su entonces novia y no justificó, durante esos 15 días de ausencia, haber realizado tratados o acuerdos bilaterales que redundaran en beneficio de la Ciudad. Ahora desapareció bajo un manto de silencio, sin informar su destino, pues está disfrutando de la luna de miel, luego de un casamiento con dos fiestas incluidas. Una vida con muchos parecidos a Carlos Menem.
El 27 de octubre murió Néstor Kirchner y la Presidenta de la Nación, su viuda, soportó un velatorio ajetreado con tres días frente a multitudes de personas y traslados desde y hasta la ciudad natal. La mandataria descansó en Río Gallegos junto a sus hijos durante el fin de semana y el lunes 1º de noviembre ya estaba en su despacho de la Casa Rosada. Nadie pondrá en duda que esta pareja vivió para trabajar y para la política.
Cuando los políticos aspiran a gobernar deben estar dispuestos al sacrificio, como Cristina y Néstor Kirchner, quienes no tomaron vacaciones en estos siete años de gobierno, y ella hasta tuvo que dejar en el camino a su compañero de toda la vida y su mano derecha, en la política.